La economía no crecerá mientras no disminuya la deuda española

16/11/2010

Salvador Arancibia. El volumen de la deuda española frente al mundo es la preocupación esencial para buena parte de los expertos. Javier Gómez-Navarro, Luis de Guindos o Emilio Ontiveros coinciden en el diagnóstico: o se crece o no se puede pagar la deuda y entonces sí que hay un problema.

La crisis de Irlanda, la situación de Portugal y el temor al contagio planean sobre las cabezas de la mayor parte de quienes estos días salen al escenario público para explicar qué está pasando y cuáles son las salidas a la situación de la economía española.  Durante el martes han coincidido varias conferencias en las que han salido las mismas cuestiones enfocadas desde ángulos distintos pero con similares consecuencias.

El presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Javier Gómez-Navarro, ha señalado que el problema esencial al que se enfrenta la economía española es a su abultada deuda global, teniendo en cuenta tanto la generada por el sector público como por las familias y las empresas, que representa tres veces el producto interior bruto español y que se encuentra repartida entre acreedores nacionales y extranjeros prácticamente al cincuenta por ciento. Para Gómez-Navarro lo importante es que incluso en estos dos años de crisis la deuda ha seguido aumentando en lugar de disminuir.

Luis de Guindos, en la actualidad director del Centro del Sector Financiero de PwC y el Instituto de Empresa, incidía en otro foro en algo similar: con una economía estancada o incluso en retroceso, España sigue presentando un déficit por cuenta corriente del 4,5% del PIB. Es verdad que es la mitad que hace dos años pero, añadía, si en malas condiciones el endeudamiento exterior sigue aumentando, ¿qué pasará cuando se recupere la senda del crecimiento económico?

Crecer para pagar deudas

Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales, también incidía en lo mismo al señalar que España no es Irlanda o Portugal pero destacando que el elevado volumen de deuda privada, concentrada básicamente en los balances de bancos y cajas de ahorros, entorpecía claramente la posibilidades de recuperación de la economía española y advertía gráficamente que “sin crecimiento económico no se pagan las deudas”.

Daba lo mismo que se tratara de hablar de la visión de las Cámaras de Comercio sobre la economía española o de un encuentro para analizar la situación  del sistema financiero español. El problema esencial es la deuda global y como se logra convencer a los mercados de que sigan confiando en la economía del país y en su capacidad para pagar y devolver lo prestado.

Y la confianza volvía al primer plano como factor esencial. Confianza en que la sociedad española puede salir de la crisis y en la necesidad de recuperarla. Luis de Guindos hablaba de poner en marcha las reformas por todos definidas para que se produzca una “explosión de confianza” y Gómez-Navarro recordaba la iniciativa de las cámaras con la creación de la Fundación Confianza.

Los diagnósticos son similares y los caminos para salir de la crisis se parecen aunque hay detalles distintos. Gómez-Navarro hablaba del rearme moral de la sociedad española señalando como uno de los males más profundos la condescendencia de la sociedad española con el fraude: fiscal, laboral, empresarial… y venía a señalar que, aunque se han tomado medidas para atajar los problemas, buena parte de ellos siguen encima de la mesa. Puso dos ejemplos: mientras que en los dos años de crisis  el sector privado de la economía se ha ajustado en 1,7 millones de puestos de trabajo que han desaparecido, en el sector público el empleo ha crecido en 300.000 personas. La mayor parte de ellos en las comunidades autónomas. El segundo también es sorprendente. Mientras que el número de estudiantes universitarios ha descendido en un 5% el número de profesores ha aumentado en un 9% y el de personal administrativo en las universidades ha crecido un 12%.

Luis de Guindos, ex secretario de Estado de Economía con el Gobierno Aznar, era muy gráfico: “el aumento del paro ha venido a sustituir a los efectos económicos que antes tenían las devaluaciones” de la peseta para ajustar los desequilibrios de la economía española.

El presidente del Consejo Superior de Cámaras fue más lejos que ninguno al proponer medidas concretas y pedir que “las prestaciones sociales por desempleo no  compitan con el mercado laboral”, es decir que no resulte más favorable percibir el subsidio de desempleo que trabajar. Gómez-Navarro, que aceptó que la economía sumergida puede representar el 20% del PIB español, cifró en unos 15.000 millones de euros el fraude que en el desempleo se produce en España cada año y terminó señalando que una sociedad en la que el dinero destinado al desempleo supera el destinado a educación “está muerta”.

Ajustas las prestaciones sociales

Gómez-Navarro, desde su posición política socialista, afirmó que el sector público debe garantizar la sanidad, la educación, la justicia y la seguridad para todos y que el resto de prestaciones sociales deben ajustarse a las posibilidades de cada momento. La “solidaridad con los mayores y la dependencia” deben llevarse a cabo  “en lo que se pueda”.

Tanto Emilio Ontiveros como De Guindos, José Folgado, ex secretario de Estado con Aznar, o Gómez-Navarro, señalaron que la situación de la economía española exige la consecución de acuerdos entre los grandes grupo políticos que trasciendan el marco de una legislatura. En materia de reformas estructurales, como la laboral, la de la negociación colectiva, la de las pensiones o el ajuste fiscal que deben llevar a cabo las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Y todos se quejaron de que sea imposible llegar a ellos. Para De Guindos la solución, ante esta imposibilidad, pasa por unas elecciones generales mientras que para Gómez-Navarro esta hipótesis sería nefasta porque supondría un parón adicional en el necesario proceso de ajuste.

Curiosamente quien no habló nada de política fue Rodrigo Rato, presidente de Caja Madrid que, desoyendo los cantos de sirena que los demás intervinientes lanzaban, centró su intervención en la reforma del sistema financiero español destacando los puntos fuertes del mismo y sus debilidades (especialmente el excesivo peso del sector inmobiliario en sus balances) y señalando que la reestructuración de las cajas de ahorros avanza a un ritmo razonable para la complejidad que procesos de ese tipo representan.

Rato explicó que la ausencia de crédito nuevo a empresas y particulares se debe tanto a mayores exigencias por parte de bancos y cajas, que tienen que sanear sus balances y reequilibrar sus cuentas, como a una menor petición por parte de empresas y familias que, antes las expectativas futuras, se retraen a la hora de tomar decisiones de endeudamiento. Rato destacó, además, que la propia reestructuración de las cajas es un factor más a tener en cuenta.

Emilio Ontiveros, en ese sentido, defendió a las cajas señalando que se han puesto a la tarea de fusionarse y reducir su capacidad mientras que ni los bancos, “hay más de 100 en la economía española”, ni las cooperativas de crédito, “existen casi 50”, se han puesto a una tarea, que en su opinión, es igual de necesaria que para las cajas.

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