Desconfianza

01/11/2021

Josep M. Orta.

Los policías se queja de que hay gente que les han perdido el respeto, La cúpula judicial también se queja de las numerosas críticas que reciben, sin embargo estas instituciones no se plantean hasta qué punto este desprestigio se lo han ganado a pulso con el uso que hacen de sus atribuciones.

Ahora muchos se han escandalizado por la retirada del acta de diputado Alberto Rodríguez por un delito menor ocurrido en el 2014 y por el que ha sido condenado a una multa y la inhabilitación para el derecho del sufragio pasivo durante un mes y quince días. El propio juez Marchena instó a la presidenta del Congreso que acate la sentencia y esta compró el relato del juez y le retiró su condición de diputado.

Sin tener en cuenta la discutible sentencia del Tribunal Supremo (no ha quedado claro la participación de Rodríguez en el acto por el que se le condena y el tiempo transcurrido entre los hechos y el juicio, a muchos les parece sospechosamente excesiva la pena accesoria de la inhablilitación, teniendo en cuenta que esta figura además lo que le impide es presentarse a un cargo electo. Algo parecido sucedió con Joaquim Torra que por una pancarta le destituyeron como presidente de la Generalitat, en una sentencia también más que discutible. O el no reconocer a Oriol Junqueras su condición de eurodiputado electo que conlleva la consecuente inmunidad. Claro que puede pasar que pasado unos años los tribunales europeos desautorizan a los españoles como paso en el caso Atutxa o con Arnaldo Otegui. Pero el daño es irreversible.

Episodios como estos hablan poco de la tan cacareada división de poderes. Ahora no sólo deciden quien puede o no ser diputado e incluso se han atrevido a señalar lo que puede o no puede debatirse en un parlamento, y el hecho de no atender a esta inferencia ha conllevado a algunos penas de prisión e inhabilitanción.

Algo parecido sucede con los informes policiales donde muchos jueces dan carta de credibilidad a sus partes por muchas pruebas que se aporten en sentido contrario, o determinadas operaciones que parecen directamente montajes policiales, como las cuentas en Suiza del ex alcalde Trias o los miles de combatientes rusos que tenían que venir a Catalunya. Por no decir de escuchas telefónicas preventivas, con autorización judicial, para ver si descubrían algo.

En definitiva para muchos la desconfianza de la sociedad con n la justicia y la policía se la han ganado a pulso.

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