Acojo con honda alegría el “cese definitivo” de la actividad armada de la banda terrorista. Pero me van a permitir que lo haga con cautela. No es la primera vez que prometen e incumplen, me desagradan los portavoces encapuchados, sospecho de anuncios grandilocuentes a escasas semanas de unas elecciones generales y me inquieta la falta de disolución y abandono de las armas. Aún deseando de corazón que lo proclamado a los cuatro vientos se cumpla a rajatabla, no es momento para el olvido. Por ello retornan a mi memoria preguntas que siempre me rondaron y que este medio de comunicación -libre y abierto- me permite transmitir a esos etarras.
Al dirigirme a vosotros, asesinos merecedores del peso de la justicia, sin beneficios penitenciarios que valgan, ni milongas que os justifiquen -de amnistía ni hablamos- reflexionaba sobre si tenéis humanidad, si os comportáis como el resto de los mortales en la vida cotidiana: ¿hacéis la compra? ¿Veis la televisión? ¿Salís a bailar? ¿Cumplís las normas de circulación? ¿Dais los buenos días a los vecinos al coincidir en el ascensor? ¿Observáis las estrellas? ¿Sacáis a pasear al perro? ¿Disfrutáis con una buena sobremesa? ¿Celebráis la Navidad? ¿Y los cumpleaños? ¿Regáis las plantan y cortáis el césped? ¿Paseáis al atardecer? ¿Navegáis por Internet? ¿Leéis libros? ¿Os conmueve la música? ¿Aprendéis idiomas? ¿Regaláis flores? Suponiendo afirmativas algunas respuestas, intuimos que lo habréis hecho en vuestro tiempo libre, entre lección y lección de manejo de explosivos, robo armas o entrenamiento de tiro al blanco.
Y lo que es más importante, ¿sentís como los demás?: ¿reis de felicidad? ¿Lloráis de tristeza? ¿Os emocionáis con una puesta de sol? ¿Os recreáis en la belleza del arco iris? ¿Aspiráis profundamente el olor a tierra mojada? ¿Inculcáis valores a vuestros hijos? ¿Adoráis la vida? ¿Os preocupa la desaparición de un menor? ¿Qué opináis de los violadores? ¿Se os revolvieron las entrañas durante el derrumbe de las Torres Gemelas?
También albergo dudas razonables acerca de si estáis capacitados para amar: ¿sois buenos padres? ¿Solícitos hijos? ¿Cómplices de vuestros hermanos? ¿Generosos amantes? ¿Creéis en la amistad? ¿En la lealtad? ¿Respetáis y cuidáis a vuestros mayores? ¿Practicáis alguna religión? ¿Os desesperáis ante la pérdida de un ser querido? ¿Tenéis remordimientos? ¿Conocéis el arrepentimiento? ¿Practicáis el perdón?
Porque si sois capaces de disfrutar de una agradable sobremesa, os emocionáis con una puesta de sol, detestáis a un violador, sois buenos padres, leales amigos, rezáis a algún dios por las noches y os asaltan los remordimientos, es complejo asimilar -para una mente simple como la mía- que a la vez hayáis mantenido durante casi medio siglo la sangre fría necesaria para reventar cabezas de desconocidos, indefensos y desarmados -que nada os hicieron y a los que nunca antes visteis-, observar su desplome, rematarles con el tiro de gracia, provocar la desesperación profunda de familias como las vuestras, la rabia de un país entero mientras os alejabais ufanos por callejuelas aledañas. Debéis ser de otra pasta: siempre buscando alienígenas por el espacio exterior e igual convivían entre nosotros.
Tras cometer 858 asesinatos calculados meticulosamente, supongo que retornabais al calor de un hogar: ¿erais capaces de seguir unas pautas de normalidad besando apasionadamente a vuestras parejas, echando la ropa ensangrentada a lavar, poniendo música, haciendo la cena, fumando un cigarrito y contando cuentos a los niños antes de dormir? ¿Pudisteis dormir esas noches? ¿Y las siguientes? ¿Podréis hacerlo el resto de noches de vuestras vidas? Y cuando lo repetisteis varias veces -el tiro en la nuca o las bombas lapa- ¿lo sentíais como un quehacer, como un trabajo, como una rutina?
¿Alguna vez se os pasa por la cabeza el dolor del niño que nunca conocerá a su padre o el sufrimiento de la madre que enterró a un hijo con todo el futuro por delante?
Twitter: @CarmelaDf
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