Los ciudadanos españoles tenemos una suerte inmensa. Nada menos que cinco administraciones velan por nosotros. La más cercana es la local, nuestro ayuntamiento; después la provincial, que es la diputación; con la comunidad autónoma ya van tres; el estado, cuatro y la Unión Europea, cinco.
Pagamos muchos impuestos, pero es lógico y natural: hay que mantener a nuestros cinco organismos, no sé si servidores o guardianes. Para ejemplo de lo que sirve tener tantas administraciones está un pueblo de la provincia de Alicante: se llama RAFOL DE ALMUNIA, o también El Ràfol d’Almúnia, o incluso RAFOL D’ALMUNIA.
Antiguamente uno iba por la carretera y al entrar en un pueblo veía un único cartel, con el nombre de la localidad debajo de un enorme estandarte con el yugo y las flechas. Ahora, como hemos progresado, al entrar en el pueblo, concretamente en el citado, encuentra uno tres carteles en menos de 50 metros.
El primero lo puso en su día el Ministerio de Obras Públicas, y se trata del cartel oficial normalizado en toda España que se sitúa en las vías interurbanas a la entrada de cada localidad: blanco, con ribete rojo y letras negras: RAFOL DE ALMUNIA.
El segundo lo colocó más recientemente la Generalitat Valenciana: poste amarillo coronado por un emblema rojo, azul, amarillo y blanco, con indicaciones icónicas que se suponen informativas para turistas y con letras negras: El Ràfol d’Almúnia. De este tipo de carteles se sembraron a miles por toda la geografía valenciana.
El tercero acaba de situarlo la Diputación de Alicante, que además lo firma: es más que una señal de tráfico, un panel moderno, se diría que cumple con el estilo de señal del siglo XXI, azul y blanco, con la palabra RAFOL muy grande, en amarillo, y D’ALMUNIA, más chiquito, en blanco sobre fondo azul.
Naturalmente alguna empresa ha facturado la elaboración e instalación de miles de postes de la Generalitat, y naturalmente alguna empresa estará facturando a la Diputación de Alicante los paneles que a su vez está sembrando por la provincia. Todo ello es muy beneficioso en términos de inversión, empleo y aportación al crecimiento del PIB, y desde luego nadie sospecha que funcionario o dirigente político alguno haya recibido contraprestación por estos contratos públicos.
También resulta instructivo para el ciudadano conocer las diversas formas lingüísticas (en español, en valenciano y se supone que en alicantino) y la variada ortografía y acentuación de la nomenclatura de un pueblo en concreto. Tres carteles y tres denominaciones diferentes para un mismo pueblo.
Posiblemente un día la Unión Europea acuerde que su estandarte se deba colocar también a la entrada de cada municipio, con lo que habrá tortas entre las empresas manufactureras para hacerse con ese contrato.
Lo que no se entiende en el caso comentado es por qué el Ayuntamiento no ha instalado su propio cartelito. ¿En qué se emplean los impuestos que pagan los contribuyentes de Rafol de Almunia?
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