Medio siglo en la segunda profesión más antigua del mundo

15/05/2021

Miguel Ángel Valero. "La realidad de los bancos enfermos casi nunca se reflejaba en los estados contables. Lo que cuenta siempre son los flujos de caja generados por las entidades como parte de su negocio, no los apuntes contables", explica Aristóbulo de Juan en "De bancos, banqueros y supervisores. 50 años desde la trinchera".

Corre el año 1982. El director general adjunto de Inspección del Banco de España se reúne, al poco de tomar posesión del cargo, con los 120 inspectores de la institución, que comenzaba a lidiar con una crisis «en la que cayeron más de la mitad de los 104 bancos existentes, cuyo balance incluía más del 25% de los activos del sector» y que «costó sumas ingentes de dinero al erario público». «Pedí que levantaran la mano los que supieran valorar activos y patrimonio. De los 12o asistentes, sólo seis lo hicieron».

Es una de las muchas anécdotas que cuenta Aristóbulo de Juan, considerado unánimemente como el mayor experto mundial en crisis bancarias, en «De bancos, banqueros y supervisores. 50 años en la trinchera» (Deusto), cuyas 239 páginas destilan sabias reflexiones y lecciones sobre lo que Pedro Luis Uriarte, exvicepresidente y consejero delegado del BBV y luego del BBVA, describe en el prólogo como «el segundo oficio más antiguo de la humanidad».

Aristóbulo de Juan sabe muy bien de lo que escribe, como ya lo ha demostrado en «Anatomía de una crisis» (Planeta-Deusto, 2013), escrito al alimón con Francisco Uría (el español que más alto ha llegado en la cúpula de la multinacional KPMG) y el periodista Íñigo de Barrón, y sobre todo en «De buenos banqueros a malos banqueros» (Marcial Pons, 2017).

Funcionario internacional en Suiza y en Brasil cuando en España apenas se salía al extranjero, Aristóbulo de Juan empezó a trabajar en la banca en 1964, en el Banco Popular que llegó a ser el más rentable del mundo y que ha tenido tan triste final.

Ya especializado en crisis bancarias, da el salto al otro lado, primero como responsable de Corporación Bancaria, la institución creada para hacer frente a la crisis que estalla en los años 80 del siglo pasado, luego del Fondo de Garantía de Depósitos, y finalmente como responsable de Inspección del Banco de España.

Posteriormente fue asesor del Banco Mundial en Washington, y desde 1989 preside Ameinon Iberia, una consultora especializada en gestión bancaria, bancos con problemas y supervisión. Y todavía le da tiempo a escribir libros como éste, que deberían ser de lectura obligatoria para quien quiera dedicarse al sector financiero.

En el prólogo a «De bancos, banqueros y supervisores», Pedro Luis Uriarte subraya que en este sector «sólo sobreviven los más fuertes y los que tienen capacidad de navegar en aguas muchas veces turbulentas».

En el prefacio de Álvaro Cuervo, presidente de CUNEF (la mejor ‘fábrica’ de directivos del sector financiero que existe en España), recuerda que las crisis tienen su origen en «banqueros y máximos ejecutivos carentes en muchos casos de capacidades empresariales y directivas, en una mala gestión y en comportamientos punibles».

Y señala dos grandes lecciones del trabajo de Aristóbulo de Juan. Una, que la labor de la Administración es la de garantizar el funcionamiento de los mercados, «más que ampliar su presencia» en ellos, evitar «soluciones simples de ‘más Estado’ para resolver los problemas». Dos, que «no hay viento favorable para quien no sabe dónde ir«: «las causas de las crisis están unidas a la administración de los bancos y casi nunca ni gobernantes ni supervisores han sido capaces de anticiparlas ni de afrontarlas con prontitud y decisión».

«Menos repugnantes que sus alternativas»

En el libro, Aristóbulo de Juan cita a Peter Gent, de Supervisión del Banco de Inglaterra: «En este oficio hay que hacer cosas repugnantes, pero son menos repugnantes que sus alternativas». El acierto de esa frase recorre toda la obra, que muestra la trayectoria del autor en su primera trayectoria internacional (Organización Internacional del Trabajo, Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas), en el Banco Popular, Corporación Bancaria, Fondo de Garantía de Depósitos, Banco de España, Banco Mundial y en Ameinon.

Aristóbulo de Juan enseña que es en los créditos contabilizados como ‘buenos’ donde se ocultan las «grandes pérdidas». Por lo que en las inspecciones a los bancos «el énfasis debe ponerse en los grandes riesgos y en los supuestamente buenos».

«La realidad de los bancos enfermos casi nunca se reflejaba en los estados contables. Lo que cuenta siempre son los flujos de caja generados por las entidades como parte de su negocio, no los apuntes contables«, insiste el autor de la obra.

«La liquidez no resolvía la insolvencia, sino que podía ocultarla a corto plazo, pudiendo incluso agravarla», afirma Aristóbulo de Juan en todo un aviso a navegantes sobre cómo quiebra un banco

Otra lección del libro de Aristóbulo de Juan es la frase de Bill Isaac, presidente del FDIC, institución similar al Fondo de Garantía de Depósitos, en EEUU, cuando le preguntan cuál es el síntoma más determinante de que un banco va a entrar en insolvencia. «Contestó como un rayo: El crecimiento rápido«, cuenta Aristóbulo de Juan.

 

 

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