Valentía

29/08/2011

diarioabierto.es.

Últimamente me fijo en la gente, hablo y les escucho, y saco conclusiones: un elevado porcentaje de personas no son felices con el trabajo que realizan. Trabajan porque hay que ganarse el pan. Porque en algo hay que trabajar. Trabajan por rutina y costumbre, en trabajos que les hacen vivir sumidos en la rutina y la desidia. En trabajos que les aburren y no le aportan nada, y les apagan por dentro.

La verdad es, que en los tiempos que corren está difícil dedicarse a lo que a uno verdaderamente le gustaría. Quiero decir que, si no has estudiado una carrera ya pierdes bastantes puntos para acceder a según que ofertas de trabajo. Y si lo tuyo es el arte, si eres un buen pintor, escultor , músico o escritor, lo tienes aún más difícil, porque desgraciadamente acceder a una oportunidad de trabajo donde puedas desempeñar tu verdadero arte, está muy complicado.

Lo que pasa que no arriesgamos tampoco. Disponemos de un arte, al que podemos llamar “don” , pero nos falta esa fuerza, esa responsabilidad para asumir el riesgo, porque si nos lanzamos a la piscina para cumplir nuestro sueño puede que ésta, no disponga de agua y nos partamos la cabeza en dos. En este caso, habríamos perdido un trabajo que nos permite vivir medianamente bien y pagar religiosamente nuestras deudas y la comida de cada día.

¿Ves? Tenemos miedo. En mis letras también hay miedo. Escribo. Se me da genial modelar y me gustaría dedicarme a ello. Pero me aterra dejarlo todo, abandonar mi trabajo de oficina para dedicarme a vivir de un trabajo que me hace feliz. El miedo nos paraliza, nos influye. Porque sabemos que por un lado es cómodo acudir a una oficina cada día ocho horas al día. Y ver a final de mes la nomina ingresada.

Sin embargo, si decides lanzarte y trabajar de lo que realmente te gusta y te hace feliz, puedes correr el riesgo de no tener nomina a final de mes, porque nadie te asegura nada. Lo único que tienes seguro es la sonrisa y esas cosquillas en el estómago, al pensar que cada día, todo tu tiempo, lo vas a dedicar a lo que realmente te gusta: a crear, si tienes un arte, y compartirlo.

Tendría que haber algún sitio al que pudiesen acudir las personas con algún “don” de estos. Personas cuyas inquietudes les hacen ser diferentes. Cabezas pensantes, que están constantemente con ideas nuevas en la cabeza. Creativos, anclados al teclado de un ordenador respirando el aire acondicionado de la oficina, realizando tareas que no son de su agrado, mientras sueñan con cumplir algún día su sueño.

Y tras esta reflexión he llegado a una conclusión, y es que: hay que trabajar en lo que no es lo nuestro, en lo que no nos gusta, mientras cultivamos un sueño, mientras le damos forma y tratamos de dedicarnos a lo que sí nos gusta.

Solo así se puede ser feliz. De sueños no se vive, pero… ¿y si se puede vivir? ¿y si por intentar vivir de sueños, un día te encuentras viviendo en ellos?.

Dicen que no somos valientes porque no arriesgamos. La valentía no está en los hechos, sino en la ilusión y el empeño. La valentía está en esas horas que se sacan al día, exprimiendo al máximo las horas de sol y perdiendo horas de sueño, para escribir esas líneas, para componer esos acordes, para dar esas pinceladas, para modelar esa figura… que dan forma, que dan color, que dan música, y que modelan poco a poco nuestro sueño.

Solo quiero decirte que somos valientes.

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