La ralentización del crecimiento económico en toda la zona euro es un hecho incontestable. Los datos de la propia Unión Europea del segundo trimestre del año, con un crecimiento de dos décimas frente a las ocho del trimestre anterior, lo certifican. Las dos locomotoras de la UE, Francia y Alemania, son las que más se han resentido en los últimos meses.
Francia tuvo crecimiento cero en el periodo abril-junio y Alemania aumentó su PIB solamente una décima. España creció dos décimas cuando el trimestre anterior lo había hecho en tres. El crecimiento interanual español está en el 0,7%.
El temor al menor crecimiento es una de las razones que llevaron a los mercados durante la primera quincena de agosto a poner en cuestión la capacidad de pago de la deuda soberana de los países afectados: España, Italia, Francia y Bélgica. Y la consecuencia de todo ello fue la adopción de nuevas medidas para garantizar el cumplimiento de los objetivos de reducción del déficit público.
El Gobierno francés anunció el miércoles un paquete de ajuste de 12.000 millones de euros, la mayor parte del mismo se producirá en 2012, al tiempo que anunciaba un menor crecimiento económico en este año y el siguiente. La economía francesa crecerá casi medio punto menos cada año sobre lo previsto.
La menor actividad generará necesariamente menores ingresos fiscales y eso es lo que ha movido a las autoridades galas a anunciar nuevos ahorros de gastos y la subida de los impuestos sobre el tabaco y el alcohol y las plusvalías inmobiliarias, al tiempo que establece temporalmente (hasta que el déficit se sitúe en el 3%) una tasa extraordinaria sobre los sueldos superiores al medio millón de euros.
El Gobierno español por su parte mantiene la previsión de crecimiento para 2011 en el 1,3% y ya redujo, antes del verano, en unas décimas la esperada para 2012. La evolución de los dos primeros trimestres del año no permite pensar en que se alcance la previsión del Gobierno a menos que hubiera una muy fuerte aceleración de la actividad, mucho mayor que la actual, tanto en el tercero como en el cuarto trimestre. Y nada indica que ello vaya a ser así.
Es cierto que en este trimestre el comportamiento del turismo está siendo muy bueno y que las cifras de visitantes se acercan a las que se registraban antes del estallido de la crisis. Pero también es verdad que la desaceleración alemana y francesa van a incidir en el futuro inmediato, de hecho ya está pasando, en la evolución de las ventas de productos españoles a estos dos países que son los principales mercados de las mercancías españolas.
Y si la economía española está creciendo algo es gracias al turismo y a las exportaciones. Si los dos grandes compradores reducen su ritmo es prácticamente imposible encontrar en poco tiempo mercados alternativos que suplan a los que desfallezcan. Porque pensar que en lo que queda de año los consumidores españoles van a lanzarse a hacerlo superando todos los temores a un recrudecimiento de la crisis sería de irresponsables.
De hecho, las medidas adoptadas por el Gobierno adelantando el pago a cuenta del impuesto de sociedades de las grandes empresas y la entrada en vigor de las normas de ahorro farmacéutico vienen a mostrar un cierto temor a que se obtengan menores ingresos de los previstos y por el contrario haya mayor gasto público, especialmente por parte de las comunidades autónomas.
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