Invita Rouco, pago yo

10/08/2011

diarioabierto.es.

La iglesia de mi arrabal era una chabola en la que lo mismo se daba misa los domingos que en diario los voluntarios daban clase a los niños o era sede de radio Niebla, una emisora pirata que apenas llegó a ofrecer un suspiro a través de las ondas. He visto a curas y monjas en camiseta y vaqueros salir de estampida para visitar en la comisaría a algún chaval detenido o protegerlos de una policía que entonces no aguardaba ni un segundo para partirte la cara a modo de presentación de credenciales. Entonces había al menos tantos o incluso más motivos para la indignación pero resultaba mucho más peligroso evidenciarlo. He sido testigo de cómo, poco importaba si en nombre de Dios o de la justicia, se rascaban sus monederos nada boyantes para echar una mano a familias en situaciones de miseria extrema.

Por todo ello y más, jamás hablo ni descalifico a una iglesia con mayúsculas, única y monolítica, porque nada tiene que ver la labor del padre Enrique de Castro en Entrevías con la de los burócratas eclesiásticos que organizan los fastos del Papa desde las oficinas del Vaticano. Ese conocimiento de esta realidad, un bien cada vez más escaso y preciado, es acaso el que te empuja a eludir también hablar de ‘los políticos’ como si en vez de un colectivo diverso en capacidad y actitud fuese un ente despreciable o, por ejemplo, despotricar del ‘cine español’ como sin en él no conviviera la burda astracanada con algunas obras sublimes. Valga esta antesala para esgrimir el respeto por bandera siempre y cuando sea recíproco. Es decir, el mismo que concedo sin fisuras a la grey católica pido para mi bolsillo de contribuyente.

Quienes se atrincheran en el agravio comparativo para justificar que se paga con dinero público la visita del Santo Padre porque lo mismo se hace con otras muchas cosas olvidan, o no quieren acordarse, que esta gravosa ronda es añadida a las prebendas ya acumuladas por los siglos de los siglos. La Iglesia no paga IBI, en Madrid el Ayuntamiento les regala parcelas públicas con las que, en ocasiones, en vez de hacer labor pastoral lo que hacen son suculentos negocios, en esta capital las oficinas municipales se han puesto a precio de ganga, a la tercera parte de su valor, para que se en ellas se instale la organización de la JMJ. En esta ciudad se abren polideportivos en agosto que nunca se abren pese a las quejas de los vecinos para que pernocten gratis unos visitantes a los que encima se les rebaja el 80% el transporte.

Y todo ello para que, cuando se acorrala a las Administraciones con la disección de este descarado trato de favor, intenten neutralizar la acusación con la cortada de que va a ser un gran negocio. Pero… ¿esto no tenía que ver con la espiritualidad? Uno entiende, más con la que está cayendo, que comerciantes y hosteleros se froten las manos con la masiva afluencia prevista, lo que no comprende es que, después de más de treinta años de Constitución, no se haya reformado para explicar que eso del estado aconfesional y el derecho al trabajo y a la vivienda digna, más que artículos fueron unos chistes que se permitieron los padres de la Carta Magna. Eso sí, mucha gracia no tienen.

¿Te ha parecido interesante?

(+7 puntos, 9 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.