¿Dimisión o santificación?

21/07/2011

diarioabierto.es.

Debe ser por la falta de costumbre que, a poco que uno se descuide, lo que empieza con una dimisión pudiera acabar en un proceso de santificación al calor de la visita del Santo Padre. Cuando el propio protagonista alude a su sacrificio, la presidenta Esperanza Aguirre tilda de «ejemplar» su actitud, Pons clamaba su inocencia por tierra, mar y aire y doña Rita aireaba su honestidad innegociable, sólo cabe pensar que Camps, lejos de aceptar trajes gratis total de unos tipos poco recomendables, presidía una ONG dedicada al textil con objeto de vestir de manera primorosa a los niños del Tercer Mundo. Pues oiga, que va a ser que no.

La presunción de inocencia es un derecho en lo jurídico pero no debería ser una trinchera en lo político. Ni cabe alardear de irse sin delitos por medio cuando puede que sus demostradas mentiras no estén tipificadas en el Código Penal pero si abochornan la conducta de un gestor público. Sin olvidar que dos de sus más allegados colaboradores ya han admitido el cohecho y si él lo sabía mal y si no casi peor.

El problema surge cuando la ética política se equipara al incordio que supone que te lleve el coche la grúa. De otro modo no se entiende que la solución que se barajaba, hasta que las presiones de Génova obraron el milagro, fuera pagar una multa y aquí paz y después gloria. Como tampoco parece de recibo, salvo que Montesquieu y su aplicada división de poderes se te antojen una pamema, que se exhiba el músculo electoral para ganarse la salvación eterna. Tener más votos que nadie ni significa tener más razón ni menos aún tener un comodín en la manga para hacer y deshacer lo que te venga en gana.

Quienes dentro del PP aplauden con las orejas una dimisión más que forzada lo hacen además no tanto por lo que tiene de higiene democrática sino por el alivio que supone de cara a las inminentes elecciones generales. Más que guardar las formas lo que se guarda es una bala en la recámara para, en la refriega dialéctica, contar con un caído que restregar al adversario. Ese ‘yo sí y tú no’ tan enriquecedor como cansino que se gastan los dos partidos mayoritarios. De no ser por la cercanía de las urnas es muy probable que todo se hubiera fiado a la desmemoria. O eso o hubieran apuntado a Camps a unas oposiciones a inspector de Scotland Yard. Al parecer es la única forma de dimitir sin que tengan que intervenir los GEO para que te desalojen del despacho.

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