Cualquiera que entienda de esto sabe que estamos en campaña electoral. El PP tiene a su incansable candidato, Mariano Rajoy, un día sí y otro también en actitud tranquila y nada crispante como estrategia para ganar los votos del centro que finalmente le pueden dar la presidencia del gobierno. Y ahora acaba de iniciar su andadura el renovado “Alfredo P.” o tal vez Rubalcaba, a secas, que uno ya no sabe cómo quieren que le llamen los estrategas socialistas.
Tampoco hay que ser un lince para ver que Rajoy va a piñón fijo y que Rubalcaba navega a contracorriente, después de la debacle electoral de las elecciones municipales. Cada uno tiene ya prácticamente diseñada su estrategia, quizá porque nadie descarta a estas alturas un adelanto electoral. Incluso los hay ya muy poderosos, a un lado y otro de las trincheras, que lo piden ya a gritos.
Pero Rajoy y Rubalcaba tienen en sus respectivas mochilas de campaña su “talón de Aquiles” particular o al menos así lo están entendiendo los estrategas de Génova y Ferraz. A Rajoy le van a machacar hasta la saciedad el caso de Camps, a quién finalmente juzgarán por el asunto de los trajes. Ya se sabe que hasta ahora el líder del PP no se ha prodigado muncho en apoyar con sus declaraciones públicas al recién revalidado presidente de la Comunidad Valenciana y que Camps dispone de los votos de la mayoría de los valencianos, aunque no está tan bien visto en el resto de España.
Desde el otro bando, a Rubalcaba le están apedreando ya con todo lo relacionado con el “Caso Faisán”, ya saben, ese asunto turbio en el que unos “polis” avisaron presuntamente a los terroristas de ETA de que iban a por ellos, con el también presunto consentimiento de su director general, al parecer también director de la operación de apoyo a los etarras en el conocido bar Faisán.
Lo que pasa es que en este asunto del “chivatazo” hay muchos que no se creen que en un Ministerio jerarquizado como Interior el director general de la Policía no actuara sin el consentimiento de sus superiores, a saber, el Secretario de Estado de Seguridad y ahora ministro, Antonio Camacho, y el entonces ministro y ahora candidato socialista a la presidencia, Pérez Rubalcaba.
Así pues, Rubalcaba tiene su “cruz” con el Faisán y Rajoy la suya con los trajes de Camps. Uno y otro caso, no lo olvidemos porque es muy importante, están en manos de lo que decidan los jueces. Pero, como es habitual en este país, ante una campaña electoral como la que se avecina, “a cara de perro”, los juicios paralelos estarán ahí acompañándonos hasta que se pongan los votos en las urnas. …como si los españoles no pensáramos solitos sin necesidad de que nos martilleen desde uno y otro bando, como si los ciudadanos de a pie, esos que están machacaditos por la crisis, no supieran dilucidar la importancia de lo que pasó con Camps y lo que ocurrió en el bar Faisán.
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