Fiesta popular en la residencia del embajador de Francia

15/07/2011

Carmela Díaz.

El Embajador de Francia en España, Bruno Delaye, ha recibido este jueves en su Residencia de Madrid a ciudadanos franceses, así como a numerosas personalidades españolas -civiles y militares-, con motivo de la Fiesta Nacional de Francia, que pese a que por lo general se asocia con la toma de la Bastilla (14 de julio de 1789), conmemora la Fiesta de la Federación (14 de julio de 1790).

La tradicional recepción del Embajador-ofrecida cada año en esta fecha-, tiene lugar en la Residencia de Francia, magnífica propiedad en pleno centro de la capital, rodeada de espléndidos jardines que perteneció a la familia Urquijo. Situada entre la calle Serrano y la Avenida de América, cuenta con dos edificios: el principal, construido en 1920, y otro anexo, cercano a López de Hoyos, edificado en 1930 y que por su estilo arquitectónico recibe el nombre de Villa Andalouse. El Embajador Piétri remató la operación en 1941  adquiriendo la esquina que se abre sobre la calle Velázquez y que pertenecía a la Congregación de las Irlandesas. De esta manera, el Estado Francés se convirtió en único propietario de la manzana de casas situada entre  Serrano, María de Molina, López de Hoyos y Pedro de Valdivia, con una superficie total de 18.639 metros cuadrados.

La celebración francesa consta de dos partes bien diferenciadas: a la bienvenida -más institucional, que comienza guardando una fila inmensa en la que los invitados saludan al anfitrión-, le sigue el discurso oficial. En esta ocasión Delaye ha comparado la conquista por la libertad que sus compatriotas consolidaron hace dos siglos, con las revueltas actuales en los países árabes que “impulsados por los más jóvenes, han expresado su rechazo al despotismo, a los privilegios injustos y han manifestado su sed de libertad, de igualdad y de fraternidad”. También ha apelado por una reforma profunda del sistema en la moneda única y ha destacado las excelentes relaciones franco-españolas poniendo como ejemplo los frutos de la lucha conjunta contra el terrorismo de ETA.

Tras la interpretación solemne de los himnos nacionales -francés y español-, comienza la parte festiva y popular…Más de 6.000 invitados, farolillos, cientos de globos  blancos, rojos y azules, banderas rojigualdas y tricolores, corrillos de las más altas instancias del Estado, del cuerpo diplomático, de personalidades de la cultura, las artes, la política o el deporte, codo con codo con grupos de ciudadanos franceses de toda edad y condición. El decorado lo conforman stands de las compañías francesas más representativas, decenas de puestos de comida -predominando este año los patés, los quesos y los crepés-, otros tantos de bebida -más Heineken que champagne francés- y música en directo -a cargo de La Unión, que aprovechó el evento para reivindicar el espíritu del 15M-.

Si visualizan la romería de San Isidro, sólo que en vez de en la pradera del Santo, en el meollo capitalino, rodeados de un entorno y una arquitectura bellísimos, entenderán la celebración de la Fiesta Nacional de Francia. Por cierto, una excelente fórmula para que los ciudadanos hagan suyos y disfruten los edificios institucionales o las residencias oficiales… ¿Alguien toma nota?

Twitter: @CarmelaDf

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