Mestiza, el espectáculo que rescata para la escena la fantástica figura de Francisca Pizarro Yupanqui, hija del conquistador español Pizarro y de la sobrina del inca Atahualpa, supone la carta de presentación de Ay, teatro, un nuevo proyecto teatral que, aunando el talento del director y músico Yayo Cáceres, del dramaturgo y actor Álvaro Tato y de la productora teatral Emilia Yagüe, pretende redoblar la apuesta por el teatro del siglo de oro español, que ya llevan a cabo Cáceres y Tato como fundadores de Ron Lalá.
La obra, que permanecerá en el Teatro Fernán Gómez de Madrid hasta el 3 de febrero, representa el encuentro en la Corte española entre la mestiza y el dramaturgo Tirso de Molina, quien, deseoso de escribir sobre el desembarco de los españoles en América, se acerca a la noble, en sus años postreros, cuando vive esta recluida en su piso de la calle del Príncipe de Madrid.
Del encuentro nacerá una amistad entre el fraile escritor y la heredera de Pizarro, en ese intento de Tirso por escribir la historia de la conquista de América desde el punto de vista de la mujer.
Carencia de estructura dramática
Escénicamente, el espectáculo, basado en un texto de la joven dramaturga Julieta Soria, se estructura para dos personajes, que interpretan, Gloria Muñoz y Julián Ortega, además de dos músicos, el guitarrista Manuel Lavandera y la cantante Silvina Tabbush, en un espacio central, que representa el jardín de la casa de Francisca, adonde Tirso acude en busca de información para su obra.
En este espacio central, Gloria Muñoz cobra enorme protagonismo, que la actriz revuelve con gran solvencia y profesionalidad, en un desarrollo que, sin embargo, se resiente por una causa fundamental, como es la falta de una verdadera estructura dramática; lo que impide que el espectador complete una profunda implicación emocional que haga justicia al mito oportunamente rescatado.
Privado de esta forma, el espectáculo se conforma con ofrecer una serie de lecciones de historia, sobre la época y las costumbres del siglo de oro, que, si bien traslada información valiosa, junto a referencias teatrales de diversa índole, carece a nuestro entender del incentivo más estimulante de la esencia dramática, como es el conflicto teatral.
Aun así, es necesario destacar el trabajo de sus intérpretes, especialmente Gloria Muñoz, una actriz con gran experiencia y talento, quien reina a sus anchas a través de los generosos párrafos que el libreto le regala, y que ella resuelve con precisión y eficacia, y un gran encanto; al igual que su compañero, Julián Ortega, quien encarna con solvencia y profesionalidad al clérigo, sin eludir incluso el canto cuando así lo requiere el espectáculo, que da cabida a algunas canciones muy hermosas, como aquella que reivindica el papel de la lengua, interpretadas por la cantante Tabbush y el músico Lavandera.
El espectáculo, que finaliza su recorrido en el teatro Fernán Gómez este fin de semana, conocerá pronto su continuación, con una segunda obra producida por Ay teatro, titulada Todas hieren y una mata, también con la dirección de Cáceres, y dramaturgia en esta ocasión de Álvaro Tato.
En suma, una obra teatral que busca más ilustrar a su audiencia – muy joven el pasado martes – sobre el contexto histórico, social y cultural de la época áurea; en lugar de ahondar en la escritura de personajes y tramas más intrincados y complejos.
Recomendable.
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