Un grito capaz de derrumbar un montón de olvido

05/10/2018

Miguel Ángel Valero. Una obra es importante cuando "logra alzarse a la condición de suceso biográfico, a formar parte de nosotros como un episodio más de lo que va siendo nuestra vida", proclama Juan Bonilla en "La novela del buscador de libros".

«En realidad una biblioteca es siempre la autobiografía de un lector, una autobiografía que solo ese lector puede leer», afirma el escritor Juan Bonilla en la presentación de «La novela del buscador de libros» (Fundación José Manuel Lara, 273 páginas). Una interesantísima obra sobre el vicio de los libros, que es también una reflexión sobre la literatura, que «no tiene que ver con la historia de la literatura como la vida no tiene nada que ver con la historia». Pero «es una invitación a estar en lugares en los que no pudimos estar, una invitación a que veamos lo que no podíamos ver».

Y es que «un libro importante es siempre aquel que no se conforma con ser una lectura, sino que logra alzarse a la condición de suceso biográfico, a formar parte de nosotros como un episodio más de lo que va siendo nuestra vida». «El lector es siempre, inevitablemente, un elector», proclama Bonilla, que critica que «aquellos que enseñan y que estudian literatura tienden a olvidar que las obras literarias no fueron escritas por sus autores para ser enseñadas y estudiadas sino para ser leídas y releídas»

Bonilla insiste en que «los únicos libros que de verdad importan son aquellos que se salen de sí mismos y nos obligan a echarnos a los caminos», como le sucedió a Alonso Quijano en «El Quijote».

Bonilla cree que «de repente no estamos leyendo un libro, sino que estamos dejando que el libro nos lea a nosotros«. Y que «la lectura es siempre una forma de devolverle la vida a alguien».

«Una sociedad culta es una sociedad crítica y una sociedad crítica es una sociedad armada de razones a la que no es fácil tomarle el pelo con eslóganes y lugares comunes y dogmas«, afirma el autor de «La novela del buscador de libros». Para quien está demostrado que «los lugares donde más se lee son también los lugares donde mejor se vive, donde menos corrupción brota en los canales del poder, donde la ciudadanía más y mejor controla a sus gobernantes, donde la violencia tiene menos capacidad de convicción, donde hay más libertad, iguadad y fraternidad».

Bonilla, autor de varias novelas («Prohibido entrar sin pantalones» logró en 2014 el Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa), relatos, poemas, y ensayos, y publicará en Seix Barral dos nuevas obras: «Totalidad sexual del cosmos», y «Nadie contra nadie».

Autorretrato del bibliómano

Mientras, se confiesa en este trabajo: «como todos los enfermos de coleccionismo de libros, soy propietario de dos bibliotecas: la primera la forman los libros que tengo, la segunda los libros que busco y quisiera tener». Y «en eso consiste esa rara enfermedad: en ir traspasando volúmenes de una biblioteca, la invisible, a la otra, la visible», haciendo «el milagroso camino que lleva del deseo a la realidad». Pero sabiendo que «el secreto de encontrar reside en no ir buscando nada».

«El bibliómano se reconoce porque cuando consigue uno de los títulos que persigue se olvida de él para centrar su atención en lo que importa, que son los libros que le faltan, no los que tiene», admite Bonilla. «Los libros que nos faltan, los que buscamos, están cargados de una energía muy superior a la de los libros que ya tenemos», enfatiza.

Porque «la biblioteca cree firmemente en el infinito, desprecia la mera posibilidad de que haya un todo».

Cita a Walter Benjamin: «para el coleccionista verdadero la posesión es la relación más profunda que puede mantenerse con las cosas: no se trata de que las cosas estén vivas en él, sino al contrario, es él mismo el que habita en ellas».

Bonilla hace caso al poeta Julio Mariscal que, en «Corral de muertos», pide en uno de sus poemas «¡grita tan fuerte para que se derrumbe ese montón de olvido!».

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