Uno de los últimos picos de oro del parlamentarismo español –el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui— y uno de los diputados más trabajadores y que mejor argumenta sus posiciones –el portavoz de IU-ICV, Gaspar Llamazares— protagonizaron el miércoles el más vivo debate de los últimos tiempos sobre las demandas de los indignados del 15M. La voz de doscientos de ellos que habían pernoctado a la intemperie en la bajera de la Carrera de San Jerónimo todavía se oía en el patio del Congreso cuando Gaspar Llamazares salió a la tribuna a solicitar que se les escuche y se les responda con la misma celeridad que a los mercados.
Escribió Albert Camus que en este mundo hay dos fuerzas ingobernables: la del amor y la de la indignación. Y Llamazares empleó su novela favorita, La Peste, del existencialista francés, para pedir al Gobierno y al conjunto de las fuerzas políticas que no reproduzcan el relato, es decir, ignoren el malestar de los humillados, lo nieguen, lo criminalicen y, finalmente, cierren las puertas y permitan que las ratas se apoderen de la ciudad. La peste, según Llamazares, son los mercados financieros, que “avanzan golpe a golpe” destruyendo las conquistas sociales y el Estado del Bienestar. Avisó Llamazares sobre el riesgo de “una gran fractura social y de una crisis política”, y reclamó “salidas sociales a la crisis” y “regeneración de la política democrática”.
Con agilidad taxonómica escrutó Jáuregui las reivindicaciones de los indignados del 15M no sin antes recordar que el 22M los españoles votaron mayoritariamente a sus alcaldes y gobernantes autonómicos (23 millones acudieron a las urnas, más que en 2007) y estableció cuatro grandes líneas: la crisis, el paro, las hipotecas y la calidad de la democracia. “La génesis de la crisis no son los trabajadores ni los pensionistas, por lo que este Gobierno considera que los poderes económicos han de estar sometidos a los representantes políticos y está reclamando y aplicando medidas de supervisión financiera, el propio presidente ha reivindicado la Tasa Tobin en la ONU y la limitación de las remuneraciones de las entidades, algo que a veces no es sabido ni conocido”.
Sobre el paro invocó las reformas que el Ejecutivo está acometiendo para crear empleo y pidió que se diga la verdad en otras materias como la contención del déficit y el mantenimiento del euro. “Cuando se protesta contra el pacto por el euro hay que decir también que fuera del euro, Europa desaparece y España se va al infierno”. Jáuregui estuvo de acuerdo con la mejora de la “calidad de nuestra democracia”, aunque advirtió que la “reforma electoral no es la panacea”, y señaló que el combate de la corrupción es “como la larga marcha de Mao”. Tras defender la justicia social como seña de identidad del PSOE desde hace 130 años, empleó un lema del 15M: “Nuestros sueños no caben en una urna” para recordar que “durante cuarenta años, mi sueño y el suyo, señor Llamazares, era que hubiera urnas”.
De la interpelación sobre las reivindicaciones del 15M se derivarán mociones que se votarán dentro de dos semanas, como colofón del debate del Estado de la Nación. Mientras, el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, se empleó a fondo en la presentación y debate de la reforma de la negociación colectiva, pero no logró convencer a CiU ni al PNV de que le prestaran su apoyo. Los nacionalistas canarios, vascos y catalanes optaron por la abstención y el PP, IU-ICV-ERC, BNG y UPyD votaron en contra, con lo que la reforma fue tomada en consideración con los únicos 169 votos del PSOE frente a 159 y 20 abstenciones.
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