Esos personajes de raza aborigen escandinava, poseedores de enormes orejas y narices, han servido de inspiración para calificar como troll a aquella persona que, en la red, sólo busca provocar a los usuarios o lectores, creando controversia, causando reacciones predecibles, especialmente por parte de usuarios novatos, con fines diversos, amparándose en el anonimato, por supuesto.
Los troll aparecen un día, de repente. Y a veces son personas muy allegadas a ti, tanto que te sorprenderías. Personas cercanas, e incluso “amigos” que de un modo u otro lo único que ansían es captar tu atención (y la atención del resto de lectores) escribiendo mensajes, normalmente ofensivos y muy poco indicados.
Algunas personas son un troll sin ellos mismos saberlo. Y tarde o temprano se colocan la máscara de troll y escupen fuego por la boca a base de palabras o lanzan flechas envenenadas con comentarios inapropiados. Y en algunas ocasiones ocurre que puedes desenmascarar a ese troll no quedando demasiado sorprendido, porque tus sospechas se terminan confirmando. Ese troll era tu amigo.
“No alimentar al troll” . Esta es una frase muy leída en Internet. Trata de explicarnos que un troll desaparece porque sí un día cualquiera, cuando se le deja de hacer caso. Lo trolls detestan sentirse ignorados, porque el único fin de sus apariciones con palabras hirientes y comentarios ofensivos es, llamar la atención, sentirse ellos en centro de atención de ese lugar. Es por ello, que cuando se sienten ignorados terminan largándose por donde vinieron, y creo que con las orejas gachas.
Lo triste de tener un troll en tu vida es, que además, ese troll resulte ser una persona a la que le tenías un aprecio increíble, alguien en quien confiabas ciegamente, alguien por quien habrías apostado todo lo que tenías, por quien habrías puesto la mano en el fuego. Ahora, cuando ese troll se quita la máscara, cuando le descubres, entonces eres consciente de que te hubieses quemado la mano, por alguien que no lo merecía.
Es un troll y yo creía que era mi mejor amiga.¿Qué se siente?. Rebobinas mentalmente, revives momentos pasados y encuentras el rastro, las huellas de ese troll y sientes tristeza. Pena por ella. Desesperación. Y solo te queda aprender a vivir ahora sin esa que creías tu amiga.
Un troll jamás te pedirá perdón. Nunca reconocerá el daño hecho. Porque un troll se alimentan de tu malestar.
Es por eso que ante un troll, lo mejor es mirarle en silencio. Y si ese troll se quita la máscara, mirarle a los ojos y quedarte dentro del mismo silencio.
Nunca será consciente del daño que ha hecho. De lo que ha roto.
Sin embargo el tiempo lo pone todo en su lugar. Y estoy segura de que existe un sitio para esos trolls que hacen daño y mienten y rebuscan en el pasado de sus víctimas para tratar de dañar, ya no trolear, sino dañar compulsivamente, y esparcir los pedazos de lo que quedaba, si es que queda algo, por todos sitios.
No le tengo miedo, le tengo pena.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.