El debate sobre la remunicipalización de los servicios públicos, ahora tan de moda, me recuerda a otro que hubo hace unos años, mucho antes de la crisis, sobre la privatización de las cajas de ahorros. Los responsables de éstas solían argumentar que no se podía privatizar lo que ya era privado, pero precisamente la crisis que comenzó en el verano de 2007 con el súbito desplome del mercado de hipotecas subprime en EEUU se llevó por delante a la mayoría de las cajas de ahorro precisamente porque no tenían dueño (además de, entre otros factores, por la mala gestión).
«El interés general y la excelencia en los servicios públicos», una obra coordinada por María José Feijóo, profesora de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universitat Autònoma de Barcelona e impulsora del Espacio de Reflexión e Ideas para la Creación de Empleo (Clúster ERICE), y Manuel Pimentel, exministro, doctor en Derecho, escritor y editor, tiene un claro subtítulo: «La mejor gestión de los servicios municipales en favor de los ciudadanos y no de las ideologías».
La obra, editada por Almuzara, está escrita también por Carlos Luis Alfonso Mellado, catedrático de la Universidad de Valencia; Roger Cots, secretario general del Ayuntamiento de Gavá (Barcelona) y profesor de la Autònoma; Luis Miguel Macho, catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela; y Gonzalo Quintero, catedrático de Derecho Penal.
La tesis de la obra es simple: «el propio concepto de remunicipalización es equívoco y equivocado, pues no se puede remunicipalizar lo que siempre fue municipal». Escrito esto, los autores reconocen que «las palabras son armas poderosas al servicio de las ideas» y que «la expresión consagrada no es inocente, ya que evoca una recuperación de lo público», que siempre suena bien aunque no sea verdad.
No por casualidad populismo rima con maniqueísmo. En el prólogo, Manuel Pimentel subraya que «el buen relato populista, para resultar creíble, debe basarse en medidas verdades». Y también en «palabras-marketing p<ra vender una iedología simplista que se resume en: lo privado es malo, lo público, bueno».
Ante esto, los autores reclaman que el debate se centre en «cómo conseguir mejores servicios públicos que alcancen a la totalidad de los ciudadanos». Porque en unos casos se logrará mediante la gestión directa, mientras en otros, externalizándola.
«La decisión entre uno y otro modelo de gestión debe realizarse tras el análisis y evaluación de calidad de servicio y opciones financieras, y no orientado por el exclusivo prisma de los apriorismos ideológicos«, señalan.
«Al igual que existen servicios internalizados que funcionan bien -otros lo hacen francamente mal- también podemos argumentar que una mayoría de servicios externalizados lo hacen a plena satisfacción de los ciudadanos atendidos, con alta calidad de servicio y esfuerzo en innovación, y con una importante ventaja financiera para el municipio», se señala en la obra.
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