La pérdida del peso relativo del mercado español frente al auge de la internacionalización de las empresas catalanas está dando alas a las tesis independentistas, hasta el punto de que los profesores de la Universidad Pompeu Fabra justifican que el boicot a las empresas catalanas “sería un acelerador de su globalización”. Sólo un escenario de fuentes boicots que hiciera caer un 80% las ventas a los consumidores del resto de España y el 50% de las compras de las empresas “sería más lesivo que el actual déficit fiscal”, según los autores del libro titulado “Sin España. Balance económico de la independencia”.
El estudio, que pretende desmentir la creencia que la independencia no es viable por razones económicas, ha sido presentado en el Colegio de Economistas de Cataluña y parte de la base de que la secesión no tendría consecuencias políticas ni monetarias en la Unión Europea. Sus autores calculan que el boicot sería del 40% de los consumidores y del 20% por parte de las empresas, lo que supondría un descenso del 4% en el PIB catalán. Los investigadores interpretan la existencia de un déficit fiscal del 9% del PIB como “una transferencia neta de dinero de Cataluña a España sin retorno”. La eliminación de esta partida supondría para ellos un colchón económico que absorbería las consecuencias del boicot de una supuesta independencia.
Los efectos de las simulaciones realizadas por Guinjoan y Cuadras son limitadas en el tiempo, ya que el hipotético boicot que se produjera en el denominado periodo de transición hacia la independencia, desaparecería “de aquí a 30 años, cuando nadie ya hablará de esto”. A la hora de analizar los efectos socioeconómicos del posible boicot, los autores insisten en distinguir entre el boicot que podrían realizar las personas en su consumo y el de carácter empresarial. Para Modest Guinjoan, el boicot de los españoles “es emocional, limitado en el tiempo y se acaba focalizando en unos cuantos productos representativos y sus efectos son limitados”. Como ejemplo, los autores citan las diversas campañas de boicot al cava que tuvo un impacto global relativamente moderado y concentrado en el tiempo.
Por otro lado, Guinjoan resalta que el boicot por parte de las empresas sería mucho menor, básicamente porque, de un lado, la dependencia de la economía catalana de la del resto de España se ha ido reduciendo progresivamente y, por el otro, porque “las empresas toman decisiones racionales y nadie en una empresa está dispuesto a pagar más si no hay buenas razones que lo justifica”.
Pero el boicot tendría otros efectos negativos, como la pérdida de entre cien mil y doscientos mil puestos de trabajo en Cataluña, con el consiguiente correlato en la caída de la demanda interna. Extremos que los autores del estudio consideran que serían amortiguados por el efecto del aumento de la renta interna al eliminarse el déficit fiscal, lo que redundaría a su juicio en un incremento de la capacidad del gasto del gobierno catalán. Un aumento del gasto público que los economistas autores del libro dicen que se destinaría sobre todo para crear una estructura de servicios centrales “como tienen todas las administraciones estatales”. En suma, el incremento del gasto público catalán, afirman, también provocaría más demanda y creación de empleos para contrarrestar su pérdida a consecuencia del boicot.
Para los profesores de la Pompeu Fabra el boicot tampoco afectaría a las multinacionales instaladas en Cataluña, ni al turismo, porque dicen que “sería simétrico, ya que también los catalanes se quedarían en casa y no consumirían productos españoles”. Es lo que denominan un “contraboicot”, consistente en que los catalanes sustituirían el consumo de productos procedentes del resto de España “en parte por importaciones y en parte por productos propios”.
El decano del Colegio de Economistas de Cataluña, Joan B. Casas, ha justificado que la presentación de este libro se realice en la sede colegial por ser “el lugar idóneo, porque analiza la viabilidad de la independencia desde una perspectiva estrictamente económica”. Casas destaca el carácter pionero de la publicación de Guinjoan y Cuadras, al asegurar que tiene la voluntad de aportar información de base “sólida a uno de los grandes debates de la sociedad catalana”.
El autor del prólogo, el catedrático de economía de la empresa de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Antoni Serra Ramoneda, dice por su parte que el actual método de financiación “ha fracasado” porque la fórmula de cálculo “es perversa” y “lo que nos dan por un lado nos lo acaban quitando por el otro”. Para el economista que presidió Caixa Catalunya, una de las entidades que más fondos públicos requerirá en su reflotamiento, este libro “es oportuno porque el debate sobre la independencia ha dejado de ser tabú y porque se ha dado una visión catastrofista de la independencia de Cataluña desde determinados medios y sin ningún razonamiento”.
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