El cumpleaños de los Pactos de la Moncloa

20/10/2017

Miguel Ángel Valero. La ausencia de Rodrigo Rato, ministro de Economía entre 1996 y 2004, no resta interés alguno a "La economía de la democracia (1976-2016), coordinada por Miguel Ángel Noceda.

El 25 de octubre se cumplen 40 años de la firma de los Pactos de la Moncloa. Con esta excusa del aniversario de unos acuerdos que «significaron un avance definitivo en la transición española hacia la democracia tras la dictadura de Franco», el periodista Miguel Ángel Noceda coordina «La economía de la democracia (1976-2016)», editada por Espasa, y que cuenta con los testimonios de Carlos Solchaga, Pedro Solbes y Luis de Guindos.

Los tres figuran en la selecta relación de los que han dirigido la economía española desde los Pactos de la Moncloa: cronológicamente Enrique Fuentes Quintana, Fernando Abril Martorell, José Luis Leal, Juan Antonio García Díez, Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes, Rodrigo Rato, de nuevo Pedro Solbes, Elena Salgado, y Luis de Guindos. Muchos de ellos ya han fallecido. Y de los vivos se echa de menos la aportación de José Luis Leal, de Rodrigo Rato y de Elena Salgado.

Estas ausencias, especialmente la de Rato, por razones obvias (el 16 de abril de 2015, fue detenido acusado de fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales, el  23 de febrero de 2017 fue condenado a cuatro años de cárcel, por un delito continuado de apropiación indebida entre 2003 y 2012, en el caso de las tarjetas black cuando era presidente de Caja Madrid y de Bankia, y tiene pendientes juicios por la salida a Bolsa de Bankia y por otras causas), no restan interés al trabajo coordinado por Noceda.

Em 263 páginas se resumen el análisis que hacen de la economía en la democracia española tres testigos de excepción. Carlos Solchaga es el más extenso (de la página 27 a la 118), el que más se ‘moja’ (aprovecha para ajustar cuentas con Alfonso Guerra y con Nicolás Redondo, entre otros), y el que más profundiza en sus comentarios. Es especialmente interesante su aportación final (páginas 113-118), «Los retos», con reflexiones sobre el progreso tecnológico, la amenaza del proteccionismo, la sociedad abierta (en el sentido de compartir experiencias con los demás), la globalización, la adquisición del conocimiento y la educación.

Revisión institucional

No menos interesante es el trabajo de Pedro Solbes. Como en el caso de Solchaga, son muy atractivas las reflexiones finales (páginas 211-219) sobre la Unión Europea y el euro, el empleo, la competividad, las deficiencias del mercado laboral. Sobre todo, lo que escribe sobre la educacioón y la formación. «No educamos para los empleos que existen», señala Solbes.

También advierte sobre el riesgo de ruptura del mercado y recomienda la eliminación de obstáculos para la creación de empresas. Insiste sobre la investigación: «Nuestro futuro dependerá de cuánto tenemos en tecnología de primera generación y novedosa». Solbes habla de más retos: un sistema judicial «más eficiente y puesto al día», el problema demográfico, las pensiones, cambios radicales en el modelo de banca y de financiación, «repaso total» a la dimensión y el funcionamiento de las Administraciones Públicas. «Necesitamos una revisión institucional del país. España tiene que pasar de ser un Estado clientelas a otro más eficiente», concluye Solbes.

«No desandar lo andado»

Luis de Guindos es el más escueto, según explica Noceda en la introducción porque «prefirió no entrar demasiado en los primeros años por no haberlos vivido de cerca y no contra con conocimientos directos de los mismos». No obstante, son atractivas sus reflexiones sobre «no desandar lo andado» porque «España es aún una economía vulnerable», y hay que seguir con las reformas: mejoras en la formación, nuevo sistema de financiación autonómica, medidas a largo plazo para promover «el crecimiento sostenible y la creación de empleo», para garantizar «el funcionamiento eficaz y sin tropiezos» de la Unión Económica y Monetaria.

Lo más curioso de la obra es que los protagonistas restan trascendencia económica (no así en el aspecto político y de consolidación de la democracia) a los Pactos de la Moncloa, mientras subrayan la que tuvo el Plan de Estabilización de 1959 y el Tratado de 1970 con la Comunidad Económica Europea.

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