“Un poco de rebelión de vez en cuando es buena cosa”
Thomas Jefferson
Sería una hipócrita si después de “patalear” sistemáticamente a través de mi pluma por el aborregamiento que nos domina, si tras apelar a los huevos hispánicos para espabilar, criticase ahora a los indignados que se han echado a la calle: me fascina que los españoles protesten, despierten y se rebelen. Una sociedad aletargada, conformista y pasiva equivale a una sociedad muerta. Con conocimiento de causa -he visitado casi a diario la acampada en Sol-, escribo mi reflexión particular.
¿En qué estoy de acuerdo? En las reivindicaciones del ámbito democrático su mensaje no difiere en nada a mi parecer: reforma de la Constitución, revisión de la Ley Electoral, listas abiertas, sistema judicial independiente, penas más duras para los corruptos e inhabilitación para cargo público, ni un imputado más en una lista electoral, eliminación de los privilegios innecesarios de los políticos…
¿En qué discrepo? En la petición del no voto porque es incoherente con la esencia de esa democracia real que reclaman. El ejercicio de votar es sagrado: nada legitima más en democracia que el resultado de las urnas. ¿Se han planteado que ocurriría si en unos comicios más del 50% de los votos fueran en blanco?
¿Qué me ha fascinado? La total ausencia de incidentes y el comportamiento cívico ejemplar. Han sido capaces de crear un micro “Estado” en cuatro días, ejemplo de organización perfecta de algo complejo y completamente heterogéneo -que tomen nota algunos.
¿Qué no me ha gustado? La injusticia que supone equipar el fracaso absoluto de este gobierno incompetente y calamitoso al fracaso del sistema. Y por supuesto, negarse a acatar la Ley, aunque haya sido de manera pacífica.
¿Qué he echado de menos? La desaprobación alta, clara y visible por la legalización de Bildu y más peticiones por conseguir un trabajo digno.
¿Qué me hace sospechar? Que cada vez que el PP va a ganar unas elecciones pasan cosas. Que la movilización social haya tenido lugar a una semana de una debacle electoral socialista y no cuando se produjeron los recortes sociales, la subida del IVA o se alcanzaron cifras desorbitadas de paro. La ubicación de la acampada en Sol -sede de Gobierno de la Comunidad de Madrid- y no en Ferraz -sede del PSOE- o en el Palacio de la Moncloa -residencia de Zapatero-. Que si el beneficiado electoralmente es IU, el que se lleva el gato al agua es el PSOE: una izquierda fortalecida implica pactos de gobierno en municipios en los que otras formaciones no alcancen mayoría absoluta.
¿Qué me temo? Que la cabeza pensante ha caído en su propia trampa, que al ideólogo del germen de este movimiento -al que todos ponemos nombre y apellidos- se le ha ido de las manos: la versión inicial de un poquito de agitación de los anti-sistema por aquí, otro tanto de algarabía de la izquierda más radical por allá -para desviar en campaña la atención sobre Bildu, Faisán, paro, crisis, etc.- ha crecido por el efecto bola de nieve: jóvenes desesperados de ideologías diversas, erasmus universitarios por el mundo, padres cabreados, jubilados, autónomos… En definitiva, españoles hasta los bemoles de la situación del país, de los sinvergüenzas que nos gobiernan y de sus cómplices.
¿Qué espero? Que las movilizaciones no se diluyan tras el 22M -en cuyo caso el plumero quedaría al descubierto y el descrédito del movimiento, legitimado-. Que esto no pare hasta encontrar soluciones. Que si los miles de indignados no tienen siglas que les representen ni con las que se identifiquen, constituyan una nueva opción política a partir del 23M que aporte propuestas, ideas y compromiso: la ilusión vale cuando la realidad la toma de la mano.
¿Qué sueño? Que la partitocracia evolucione hacia una democracia ejemplar. Que la casta política desaparezca a favor de unos gobernantes honrados, con el único fin de servicio público durante el ejercicio de sus mandatos. Que la sociedad española jamás vuelva a ser pasiva, resignada, indiferente, manipulable, sino combativa, unida, implicada y civilmente responsable.
“Queremos un país al que poder volver”
Jóvenes españoles en Berlín
Twitter: @CarmelaDf
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