‘Mi última noche con Sara’: no solo música

01/02/2017

Luis M. del Amo. Eva Manjón protagoniza este homenaje a Sara Montiel, con libreto y dirección de David Planell.

Cuatro años después de su fallecimiento, el mito de Sara Montiel permanece inalterado. Muy lejos de la imagen decadente de sus últimos años, la actriz manchega se convirtió, a finales de los años 50, en una primerísima estrella en España, merced a la película ‘El último cuplé’, después de haberse codeado, en Hollywood, con actores de la talla de Gary Cooper, Burt Lancaster o James Dean.

Ahora, Eva Manjón, una actriz curtida en series de televisión y musicales de la Gran Vía, repasa en el teatro la vida de la estrella española. Escrita y dirigida por David Planell, la obra –un musical de pequeño formato– se articula en torno a una única noche, en que la Montiel se despide de su contrato discográfico con la intención de viajar a Italia, en busca de nuevas experiencias cinematógráficas.

El libreto, escrito para tres actores y un solo escenario, repasa a lo largo de una única noche un puñado de anécdotas sobre la vida de Sara. Y escarba además en los pormenores de una relación romántica de la manchega con su productor musical.

De concepción modesta, el espectáculo debe lidiar con esa doble limitación espacial y temporal. En este sentido, los resultados a cargo de David Planell, guionista cinematográfico, con obras como Héctor y Siete mesas de billar francés, de Gracia Querejeta, así como de diversas series de televisión, como Hospital central, se revelan como muy modestos.

Y es que el interés por lo que acontece esa noche y la forma como se cuenta, son tan limitados que apenas puede hablarse de algo más que una simple excusa para desgranar, canción tras canción, el repertorio más conocido de la actriz y cantante.

En esta tesitura, los actores se ven obligados a sostener unas figuras que aparecen muy planas y desdibujadas. La peor parte en este sentido se la lleva Ignasi Vidal, quien, en alternancia con Rodrigo Poisón, interpreta al productor discográfico, y amante de Sara, Julián Amezcua, la figura menos interesante de las tres.

Por su parte, las líneas adscritas al papel de Sara, obligadas a bombardear al público con constante información sobre la vida y obra de la actriz, terminan por convertir en odiosa la figura de Sara, algo poco deseable en un biopic, a pesar del meritorio trabajo de Manjón.

Sin embargo, el tercero en discordia, el papel de Currito, interpretado por Jesús Lara, se salva de la quema. A pesar de este alivio cómico está construido sobre la figura del mariquita gracioso, la interpretación de Lara, realmente magnífica, lo salva y lo convierte en una de las mejores bazas de la obra.

Brillante diseño artístico

Ahora bien, salvado este escollo, es necesario hablar de la parte musical de la obra. Y en este sentido hay que decir que la interpretación de las canciones ofrece momentos muy interesantes, que brillan gracias a una cuidada y vistosa iluminación, así como por el sencillo decorado escogido para la obra, que representa un salón en el estudio de grabación de la discográfica.

En este ambiente, la actriz Eva Manjón consigue hilvanar algunos momentos plenos de magnetismo, arropada por un buen diseño de luces y por un diseño de la producción muy digno y atractivo, a pesar de su parquedad.

En resumen, un producto que destaca por una buena factura artística y técnica – muy adecuada al tamaño de la producción – aunque desaprovecha sus posibilidades debido a un insuficiente trabajo de guión.

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