Alfonso Mendiguchía y Patricia Estremera forman parte de Los Absurdos Teatro, una compañía con seis años de vida y que se ha especializado en sobrevivir como nadie en las revueltas aguas de la multiprogramación. En este momento la pareja, que escribe, dirige y protagoniza sus textos, mantiene su obra Demasiado al este por una cuarta temporada en el Lara, y tiene además otra comedia presente en el teatro Príncipe Pío, recién inaugurado y que se ha apuntado también a la moda del mosaico cartelera – en este momento tiene a la venta entradas para 17 espectáculos distintos –.
Ahora bien, si este fenómeno se nutre en algunos casos del público endogámico, es decir, los ‘chicos’ actúan, escriben, dirigen… y también ponen el público, no es este el caso de Mendiguchía y Estremera. La pareja, muy profesional, se ha hecho su público. Y se ha convertido en un habitual del Teatro Lara casi desde la creación de la compañía en el año 2010.
Así, junto a un tercer actor, Jorge Gonzalo, la pareja mantiene en cartelera, un día a la semana, su comedia Demasiado al este es el oeste, dirigida por Mendiguchía. El texto firmado por el actor palentino se centra en una mínima peripecia de sus personajes protagonistas, tres desocupados, cuyo origen y expectativas permanecen ocultos para el espectador. A la manera de Pirandello, en sus Seis personajes en busca de autor, y con resonancias también de la poética Beckett, o más cercanamente, de Alfredo Sanzol, este texto se halla sin embargo a años luz de tan destacados términos de comparación.
Pero no es eso lo más grave. Es difícil rayar a la misma altura, evidentemente. Lo peor es que, a pesar de un prometedor comienzo, en un evocador patio o azotea donde los personajes se dedican a haraganear, robar el wifi al vecino y poco más, Mendiguchía no logra ahondar en esa situación que deriva finalmente en una borrachera de chascarrillos de bar que completan la última parte de la representación, y en la cual sus criaturas se dedican a plasmar su ideario corrupto en un programa político.
Y es que mezclar el cabaret con el humor absurdo – pretendidamente serio – es quizás una pretensión demasiado arriesgada. A pesar de que el público, justo es señalarlo, llenaba la sala pequeña del Lara.
En mi opinión, la comedia hubiera ganado mucho unificando su tono. Son bonitas las pinceladas intimistas de la primera parte. Pero, dada su dificultad, es difícil lograr un buen desarrollo en este campo, solo al alcance de escritores de altura. Por ello este montaje, quizás, brillaría más en clave de cabaret, donde la compañía demuestra buen oído y sentido del ritmo. Para ello, no obstante, le falta descaro si tiramos por ahí, o finura en caso de elegir la sátira política.
Todos los miércoles en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, hasta el 28 de diciembre, y los jueves a partir del 5 de enero.
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