Puesto que estamos en campaña electoral, el pleno del Congreso no se ha sustraído al fenómeno. El PP creyó llegado el momento de reprobar al vicepresidente tercero, Manuel Chaves, y se quedó solo. CiU quiso atraer los votos de los 25 diputados del PSC para, como ocurrió en el Senado, arrancar al Gobierno un anticipo del “fondo de competitividad”, pero no logró convencerles de que pusieran el carro delante de los bueyes. Lógico.
La sesión de control llegó marcada por la foto del día, un ex preso de ETA que tras 25 años de cárcel extendió al salir una pancarta de Bildu. El diputado de UPN Carlos Salvador preguntó al jefe del Gobierno si considera una buena noticia la presencia de la coalición vasca en los comicios del 22-M, con todas las ventajas –censos y dinero público– que ello conlleva para los que todavía defienden “la lucha armada”.
Y José Luis Rodríguez Zapatero le respondió que “con Bildu o sin Bildu, el Gobierno no consentirá que nadie se aproveche de las instituciones en favor de la violencia y defenderá la unidad democrática y los principios que nos han llevado a ver cómo ETA está cada día más débil y la democracia más fuerte”. También defendió la decisión de los seis magistrados “progresistas” del Tribunal Constitucional. Lógico.
Como Mariano Rajoy mantiene el compromiso de no utilizar el terrorismo contra el Gobierno, aprovecho el primer aniversario de la bajada de sueldos a los empleados públicos y demás recortes para pedir lo a Zapatero lo de siempre: que se vaya. Éste le contestó como siempre: que no anticipará las generales. Y añadió que la renta familiar ha aumentado 87.000 millones de euros gracias al incremento de 50.000 millones de gasto social durante su periodo de gobierno. “Eso no se lo cree ni usted”, exclamó Rajoy sin micrófono. “Y pídale a Montoro que no vaya diciendo por ahí que estamos al borde del abismo”.
Tras un Zapatero autoproclamado campeón de los derechos sociales y del Estado del bienestar, el popular Ignacio Echaniz pidió cuentas al ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, de los efectos de la reforma laboral. “Tres de cada cuatro despidos son de contratos indefinidos”, le dijo Echaniz antes de afirmar que “la reforma fue inútil, hay 270.000 parados más y si Felipe González dejó el gobierno con tres millones de parados, Zapatero lo deja con cinco”. O sea, que lo de los socialistas y el paro es “lo de Sísifo”. Gómez salió del paso apelando a los 80.000 empleos nuevos del mes de abril y a la tendencia positiva, más allá de la temporalidad.
Luego ya, el millón de plazas de vacaciones para los mayores, la ampliación del aeropuerto de Alicante, que recibirá 20 millones de pasajeros este año, en contraste con el flamante y sobrante de Castellón y con la desviación de 628 millones de euros en la Ciudad de las Artes y las Ciencias –una cifra equivalente a lo que ha costado el nuevo aeropuerto alicantino– sirvió a Leire Pajín, con el respaldo de José Blanco, para hacer campaña contra la gestión e “indigestión” de PP en la Comunidad Valenciana.
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