Togas en la trinchera

15/04/2016

Miguel Ángel Valero. Javier Álvarez y Luis Fernando Rodríguez cuentan quiénes son, cómo trabajan, qué motiva a nueve jueces que destacan por los casos que han llevado.

Javier Álvarez, redactor jefe de Tribunales e Interior de la Cadena Ser, y Luis Fernando Rodríguez, ex subdirector de Colpisa y director del Gabinete de la Consejería de Justicia, Administración Pública, Reformas Democráticas y Libertades Públicas de la Generalitat valenciana, cumplen en «La última trinchera» (Planeta Ediciones Península. 265 páginas) lo que prometen: «un retrato inédito de los jueces que protagonizan la actualidad de nuestro país».

Nos muestran quiénes son, cómo trabajan, qué les motiva, nueve jueces protagonistas (algunos muy a su pesar, otros desde luego no tanto sino todo lo contrario) de algunos de los casos más sonados: José Castro, Emilio Calatayd, Ana Ferrer, José María Fernández Seijo, Mercedes Alaya, Sonia Chirinos, Pablo Ruz, Santiago Pedraz, Fernando Andreu, Baltasar Garzón.

Llama la atención conocer que José Castro, el juez que sentó a la hermana del rey Felipe IV en el banquillo, es fan de Serrat y de Sabina, y que sueña con abrir su propio bar. O que alguien que parece tan serio como Pablo Ruz sea un fanático del mejor rock duro que se ha hecho jamás en España, Extremoduro. Que en el despacho de Emilio Calatayud se puede fumar. Que a Ana María Ferrer le quemaron el coche cuando apenas llevaba unos meses en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Linares (Jaén), y todavía no sabe ni quiénes ni por qué lo hicieron.

Y así muchas, y reveladoras, anécdotas de unos jueces que, en plena crisis, cuando todo parecía irse por la borda entre salvajes ajustes y recortes de derechos fundamentales, una ola interminable y nauseabunda de corrupción, se convirtieron, posiblemente sin quererlo, en la última trinchera para los ciudadanos.

No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Cuando todo (instituciones, políticos) fallaba en la vorágine de la crisis, los ciudadanos pudieron encontrar un mínimo amparo en una trinchera inesperada: jueces que acabaron con el tabú de la Corona intocable y por encima del bien y del mal; que atacaron los grandes centros de corrupción cuando nadie (Gobierno central, autonómico y local, partidos politicos, medios de comunicación, sindicatos) se atrevía a ponerle el cascabel al gato; que combatieron con sentencias tan originales como ejemplares y eficaces la delincuencia juvenil; que lucharon contra la violencia machista: contra los crímenes de lesa humanidad; contra la arbitrariedad de los desahucios, que mostraron la inhumanidad de la banca y de las fuerzas de seguridad, y la cobardía del Gobierno para enfrentarse a ese poder que dejaba sin vivienda a muchos ciudadanos.

En este libro cuentan sus vidas, sus sentimientos, sus ideas, muestran sus aficiones, sus virtudes, sus defectos, sus manías. Pero por encima de todo enseñan el coraje de defender el auténtico sentido de la Justicia.

No son jueces estrella. Una expresión, que como cuentan los autores nada más comenzar el libro, nació como un insulto a finales de los años ochenta del pasado siglo.Son togas en la trinchera.

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