Luis Valls, el banquero que se negó a ir a la reserva

19/02/2016

Miguel Ángel Valero. Luis Valls-Taberner Muls rememora en "Desapego y libertad. Apuntes de un banquero inclasificable" a su tío en el décimo aniversario de su muerte.

Lo fácil hubiera sido titular «Luis Valls, banquero por la Obra de Dios», porque no se puede entender la vida de Luis Valls-Taberner Arnó, presidente del Popular entre 1972 y 2004 y del que se cumple ahora el décimo aniversario de su muerte, sin su vinculación al Opus. Acierta totalmente su sobrino, Luis Valls-Taberner Muls, subtitulando su obra «Desapego y libertad» con «Apuntes de un banquero inclasificable».

La verdad es que comencé a leer el libro (Indicios. 128 páginas) casi por el final. Y es que en la bibliografía cita un artículo mío en la desaparecida «La Gaceta de los Negocios» el 27 de febrero de 2006, dos días después de la muerte del veterano banquero. En ese texto recuerdo el famoso artículo de Luis Valls «Los banqueros españoles caminan hacia la reserva», publicado en «El País» el 2 febrero de 1981, que tantos disgustos le causó con el Banco de España, y especialmente con el entonces subgobernador y luego gobernador, Mariano Rubio (ya fallecido), que se vio retratado en Skimmerhorn, «un fanático cazador de indios».

Luis Valls, un habilísimo jugador de ajedrez, le hizo jaque mate a Skimmerhorn y se mantuvo en el Popular, banco que fue fundado el mismo año en que nació (1926) y al que llevó a ser el banco más eficiente y rentable del mundo durante varios años. Por cierto, que un día le preguntó a su consejero delegado, Ricardo Lacasa, «ahora que somos el banco más rentable del mundo, ¿en qué estamos por debajo de los demás?«.

Genio y figura en el banco, hasta que cedió el testigo al actual presidente, Ángel Ron. Ya decía que «de los puestos conviene salir dejando a alguien que te cubra la retirada».

Luis Valls-Taberner Muls ha escrito un breve pero denso retrato del su tío, el banquero inclasificable, centrado en su estilo de gestionar un banco. Un estilo que queda retratado en el Repertorio de Temas, que se editó por vez primera en 1977 y en el que he tenido el honor de aparecer en varias ocasiones. Se trataba de un original documento (ninguna otra entidad se ha atrevido a imitar la fórmula) que acompañaba a la Memoria y que era un sano ejercicio de autocrítica y de transparencia. Pero también un libro de estilo, un manual de cómo se gestiona un banco, cuando entonces nadie hablaba de cultura corporativa.

En el Repertorio (que dejó de publicarse tras la muerte de su impulsor) no faltaban las citas («si cierras la puerta a los errores, dejarás fuera la verdad«, Rabindranath Tagore, «Pájaros perdidos»), los versos («Pero no basta, no, no basta./La luz del sol ni su cálido aliento», Vicente Aleixandre, «No basta» en «De sombra del paraíso»), ni los mensajes de gestión («está bien celebrar el éxito pero es más importante prestar atención a las lecciones del fracaso«, Bill Gates).

Luis Valls impuso en el Popular «la política de puertas abiertas» apoyándose en dos personajes irrepetibles: Fernando Soto, en Comunicación, y Manuel Martín como secretario general técnico, explicando a periodistas (ha contribuido a ‘desasnar’ a muchas generaciones de éstos, incluyéndome a mí, que he aprendido de él lo poco que sé de banca) y analistas los resultados y la estrategia del banco.

El Popular era de lejos el banco más transparente en un sector bastante opaco, quizás porque Luis Valls veía el trabajo del periodista como «el mayor freno al abuso de poder, político o económico». O porque consideraba que «la transparencia es el mejor freno a las debilidades de la condición humana». O porque «todo lo que se hace debe poder resistir, sin escándalo, y sin demasiadas explicaciones, la primera página de cualquier periódico«.

Con un estilo muy personal, definía su despacho como «la planta del no», prefería influir a mandar, porque «la autoridad se tiene, el poder se recibe». Pensaba que la organización «cuanto más plana, mejor». Y recomendaba a sus directivos: «Concéntrate en lo que sabes hacer bien. Ahí es donde tu esfuerzo es sumamente rentable«. Un principio era sagrado en el Popular: «proteger la integridad del patrimonio de los accionistas».

Todo esto, y mucho más, escribe Luis Valls-Taberner Muls de un banquero inclasificable que describe como «un legado humanista para la empresa».

 

 

 

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