Las principales privatizaciones en esta recta final de legislatura llegarán por aire y por tierra. El Gobierno ha decidido privatizar el 49% de los aeropuertos y el ferroviario. El primer contacto será el 45% del negocio de mercancías de Renfe. Los pasos están diseñados, sólo hace falta ver cómo responderá el sector privado y los problemas de acceder a la financiación.
Después de que hace más de un año se anunciara el fin del monopolio de Renfe, Fomento ha diseñado su privatización y la primera prueba será el negocio de mercancías. Para ello, se van a segregar las cinco compañías que pertenecen a Renfe Mercancías, que pertenece a Renfe Operadora. Para poder desarrollar este negocio el operador ferroviario cuanta con una plantilla de 1.650 trabajadores. En septiembre se conocerán exactamente los pasos que se van a realizar, una vez que en Consejo de Ministro se dio el pistoletazo de salida de su privatización en marzo pasado.
Negocio deficitario
Habrá que buscar el atractivo para la privatización del 45% del traslado de las mercancías, una infraestructura que mide el nivel de desarrollo de un país, porque como en el caso de los aeropuertos (con excepción de los de mayor tráfico), el negocio de mercancías de renfe es deficitario. Su facturación anual ronda los 300 millones de euros y sus pérdidas no llegan a los 50 millones.
Renfe ya se ha fijado el objetivo de que en tres años todas las empresas de Renfe puedan operar sin subvención de ningún tipo, por lo que es obligado acabar con las pérdidas y empezar a ser rentables. En la compañía ferroviaria existe la convicción de que es uno de los negocios, junto con el AVE, de mayor potencial de crecimiento. Y tal vez el mayor atractivo para que el sector privado quiera “hincarle el diente” sea el negocio de las mercancías de automoción y el de la siderurgia. Hasta la patronal de fabricantes de automóviles (Anfac) se ha quejado de las dificultades para trasladar los nuevos modelos por ferrocarril, dado el problema –por ejemplo en los puertos- de la distancia entre las dársenas portuarias y los vagones de mercancías, para lo que se necesitan camiones que cubran la distancia. El resultado de este problema es que la mayoría del tráfico de mercancías se hace por carretera.
En septiembre, por tanto, se conocerá cómo se privatiza el 45% de cada una de las cinco empresas dedicadas en Renfe a este negocio, dado que la idea del Gobierno es que el Estado continúe manteniendo el control de un sector hasta ahora considerado estratégico para el país. No obstante, este control estatal no puede ser obstáculo para que cualquier grupo industrial se anime a participar en su gestión. Por este motivo en Renfe esperan que se presenten grupos industriales. No ven a grupos financieros como socios adecuados.
Antes de la privatización, además, el Gobierno ha decidido que las cinco nuevas compañías que se creen no comiencen con el lastre de estar endeudadas, por lo que será Renfe Operadora la que asuma la actual deuda.
Pero al margen de la cuestión financiera, también en Fomento saben que deben diseñar un plan en el que involucrar a los puertos, en especial, los de Barcelona y Valencia. Tal vez la referencia podría ser principales puertos de Europa: Rotterdam, Amberes y Hamburgo. La combinación de ambos transportes debe dar respuesta a las mercancías que proceden de Asia. Por este motivo, junto a los socios industriales también en esta privatización hay cabida para socios navieros, que son los que suministran la mercancía procedente del resto del mundo.
De momento, la operadora ya tiene sus planes de modernización para este negocio, al estar prevista la compra de 100 locomotoras a Bombardier que sustituyan a las actuales, cuyo mantenimiento, además es más costoso.
El problema que aún no está sin resolver es el de la plantilla, ya que los 1.650 trabajadores quieren ver garantizados sus puestos de trabajo con la privatización. Ya se ha firmado un acuerdo con los representes sindicales para que estos trabajadores pasen a formar parte de las nuevas plantillas, siempre y cuando puedan volver a la matriz si así lo desean. Falta por fijar las condiciones laborales y salariales.
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