Aún con sus cadáveres y sus tiroteos en Benavente, provincia de Zamora, el narco gallego resultó menos mortífero que la mafia siciliana así que el tono de este libro tiene un punto de retranca (claro) que Saviano jamás se podría permitir.
Lo más interesante de Fariña, crónica de los años del narcotráfico en Galicia, tal vez sea el modo en que se demuestra que capos y políticos gallegos fueron de la mano durante muchos años.
Véase el turbio abogado Pablo Vioque, militante de primera hora del AP sobre cuyas piedras se fundase el PP de hoy mismo.
(O véase a Núñez Feijoo poniéndole crema solar en la espalda a Marcial Dorado durante aquel bello verano de nuestra juventud).
A Rajoy no le gustó nunca ese jaja jiji entre narcos y dirigentes populares y eso le costó que Fraga le mandase a Madrid con un consejo que (en el caso de Fraga) siempre era una orden: “Aprenda gallego, cásese y tenga hijos”.
Como bien recuerda Nacho Carretero, Mariano Rajoy jamás aprendió gallego.
Pero a lo que vamos.
Fariña es una crónica periodística excelente. Repleta de datos, semblanzas memorables, anécdotas de enorme amenidad y relatos que, en su conjunto, componen el exacto dibujo de lo que fue una época. La época en la que los capos de la droga eran reyes en las rías y su impunidad parecía que jamás fuera a acabarse.
Mas (oh) que capos aquellos.
Sito Miñanco le dijo a los jueces que le procesaban: “Porque yo no soy violento que, si no, os mataba a todos”.
Laureano Oubiña, al ser detenido, se quejó ante el guardia civil que le esposaba: “Mi mujer me va a matar”.
Todo así.
Porque Galicia (y citemos, por supuesto, a Wenceslao Fernández Flores) tiene mucho de realismo mágico con percebes.
Fariña es el periodismo que no se puede hacer en los periódicos porque no hay sitio.
Quizás lo único que se le puede objetar a Nacho Carretero es su extrema amabilidad con el juez Garzón, cuyas espectaculares operaciones en helicóptero quedaban muy bien en el Telediario pero regular en lo que a calidad de la instrucción se refiere. Vamos, que más de un narco acababa en la calle a los pocos días.
En el fondo daba igual porque, tal y como nos cuenta Nacho Carretero, los narcos son incorregibles y, según salen, vuelven a su frenética actividad de introducir fardos de droga a través de las costas gallegas.
Fariña contiene todo lo que usted quiso saber y no se atrevió a preguntar sobre el narcotráfico en Galicia. Y escrito de manera impecable, con ese nervio periodístico que es puro estilo si luce como debe.
Ah, y el narco sigue. El negocio de la droga es rocoso, persistente. Y Galicia es una puerta de entrada perfecta, con su abrupta costa, miles de barcos deambulando por sus mares, guardias civiles que miran para otro lado, jóvenes sin trabajo.
Pero ese ya será otro libro.
Fariña. Nacho Carretero. Libros del K.O. 367 páginas.
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