“Es importante, cuando estás trabajando, elaborar un plan de acción racional y realista”, “hay que dar primero las directrices generales y, una vez está todo comprendido y asimilado, abordar los detalles”, “tienes que optimizar el tiempo del que dispones y gestionar todos los talentos, ir de lo global a lo particular”. Estas frases no son de un gurú del management, sino de una directora de orquesta, Inmaculada Sarachaga, Inma Shara cuando coge la batuta.
Y es que la música, a la que dedica “La batuta invisible. El liderazgo que genera armonía” (Penguin Random House, 156 páginas) porque “tiene el poder de catalizar toda una sociedad para convertirla en un espacio de convivencia”, aporta muchas lecciones a la gestión de empresas.
Un director de orquesta, como un empresario o un emprendedor, debe “liderar un gran grupo humano”, “tiene que ser un buen gestor de recursos humanos”, “tiene que aprender por sí mismo a aglutinar diferentes individualidades”. Inma Shara reflexiona sobre que “es mejor influir que mandar”: “creo en el liderazgo transcendental, ese que no se basa en la férrea autoridad sino en el compromiso, el ejemplo y la responsabilidad”. Y lanza un mensaje: “todos podemos ser líderes”.
Ese liderazgo transcendental supera (de ahí el calificativo) el propio yo, dota el mando “de un contenido y compromiso emocional, motivar, ilusionar desde una iniciativa personal que supone asumir sacrificios y riesgos a la vez, influir positivamente desde la exposición de ideas, desde la propia esencia del razonamiento, ser generador de utopías”.
“Un líder tiene que soñar con la utopía, pero al mismo tiempo ser muy consciente de la estrategia real. Si no, estás abocado a la frustración más absoluta”.
“Se siembra con el ejemplo, con la confianza en el mensaje que se transmite y por el que se lucha incansablemente desde la pasión y el compromiso”, explica en “La batuta invisible” esta directora de orquesta. Lo que se traduce en “ser firme pero no autoritaria”, porque “el respeto es lo primero que hay que mostrar, demostrar y practicar”.
La considerada como representante más brillante de la nueva generación de directores de orquesta españoles reivindica la música, “el lenguaje universal por excelencia, el verdadero lenguaje del corazón y de los sentimientos”, como “una herramienta indispensable en la educación de una sociedad”. Y cuestiona el modelo educativo y social: “Si no tenemos tiempo ni para oír, ¿cómo vamos a tener tiempo para escuchar?”. Denuncia que “hemos perdido la capacidad de asombrarnos con la belleza”.
Las soluciones llegan trabajando
Como a cualquier gestor que merezca tal nombre, el director de orquesta descubre que “las soluciones llegan trabajando”. Inma Shara subraya que “no se conoce todo el esfuerzo que hay detrás de un artista”. Y recuerda a su maestro Juan Cordero, del Conservatorio de Bilbao, porque le ayudó a entender “la música como una filosofía de vida”. También a Herbert von Karajan: “El arte de dirigir es saber cuándo hay que abandonar la batuta para no perturbar a la orquesta”. Y a Leonard Bernstein: “No se puede generar vida si no se está impregnado de vida”.
“El director de orquesta, como un directivo de una empresa, tiene la idea global de lo que quiere, pero muchas veces no conoce cuáles son los caminos más óptimos que hay que recorrer para obtener ese fin”, explica Inma Shara. “Las ideas están en la mente pero hay que hacerlas realidad”, insiste.
Para ello, “la comunicación interna se impone como una herramienta vital, es un instrumento esencial para estimular la creatividad, crear vínculos y lazos afectivos, fortalecer los compromisos y favorecer el conocimiento mutuo a través del sentimiento de identidad”.
Porque en una orquesta, como en cualquier grupo, “no es singular ni extraño encontrarse con conflictos humanos, bien por discrepancias entre criterios, bien por rivalidades entre egos”, y hay que gestionarlos con “grandes dosis de generosidad, paciencia, e incluso de autocrítica, para priorizar el objetivo final: dar lo mejor al público como artistas pero, esencialmente, como personas”. Inma Shara subraya que “es en estas situaciones cuando ejercer un liderazgo amable se convierte en la herramienta más idónea y eficaz”. Y reconoce que “gestionar los talentos no es una asignatura sencilla”.
“Remar todos en la misma dirección es la clave del éxito, y reconocer los intereses como comunes fortalece al grupo, lo refuerza”, enfatiza la directora de orquesta.
Error y fracaso
“Son muchas las personas que equiparan el error con el fracaso, siendo el error, en ocasiones, un éxito que fortalece el aprendizaje”, aporta Inma Shara, que distingue entre el triunfo vivido y el real. “El verdadero sentido del éxito está en uno mismo, en la construcción interna de la sinfonía que todos llevamos dentro”.
“Fracasar no es retroceder, es aprender a vivir, es sinónimo de superación. El éxito es la suma de los fracasos bien entendidos, de los errores bien interpretados, sin errores no existe el éxito, sin fracasos no se puede hablar de logros”, insiste la directora de orquesta.
“El trabajo en equipo supone siempre una prueba de ensayo y error para avanzar y dar lo mejor”, señala Inma Shara en esa obra tan instructiva como original, “La batuta invisible”.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.