El futuro de la mayor parte de los bancos creados por las cajas de ahorros en dificultades, o el de las fusiones con criterios geográficos llevadas a cabo, se oscurece según pasan los días. Los fondos extranjeros que aparecen como interesados en invertir en la capitalización de estas entidades ya están dejando ver que pujarán a la baja exigiendo descuentos muy elevados. Tanto que algún nuevo banco ya ha señalado que no piensa salir a los mercados y que recurrirá al FROB en busca de los recursos necesarios.
Pero los grandes bancos nacionales, que reconocen han sido sondeados por las autoridades sobre su disposición a entrar en el capital de alguna caja, aunque no se han negado a ello señalan que sus exigencias serán muy duras y que, por lo tanto, es difícil que acabe materializándose alguna operación.
“Bankia (el nuevo banco surgido del conglomerado formado por Caja Madrid, Bancaja y cinco cajas más pequeñas) no tendrá problemas para salir a los mercados”, señalan en unos de los dos grandes bancos. “Los bancos colocadores que se han buscado tienen la capacidad suficiente para asegurar también la salida a bolsa porque solo con repartir su cuota entre los fondos administrados lo cubren con creces”. “Pero para los demás será más complicado y dependerá del precio final. Hay dinero para las cajas, la cuestión es el descuento que se aplique, incluso también para Bankia”, concluyen.
Los bancos españoles están a la espera. Creen que algunas de las nuevas cajas les van a ofrecer sus redes de oficinas sobrantes, lo mismo que hicieron ellos hace años y que fueron compradas por las cajas. Pero no confían en exceso porque temen que les ofrezcan ‘deshechos de tienta’, es decir oficinas en localidades pequeñas, sin interés comercial real, o en zonas que se han degradado a consecuencia de la crisis, que no resultarán interesantes. “Otra cosa sería”, añaden, “que las ofertas se refirieran a oficinas en las capitales de provincia o en las grandes localidades de las comunidades autónomas”.
Si apenas confían en esta vía para aumentar su presencia en algunas zonas que les resulten atractivas, los grandes bancos tampoco se muestran muy partidarios de entrar directamente en el capital de las nuevas entidades surgidas de las ‘fusiones frías’ entre cajas. El presidente del Banco Popular, Ángel Ron, señaló en público que lo que el banco quiere es, si alcanza algún acuerdo con alguien, mandar.
En otro de los grandes bancos dicen que no están dispuestos “a entrar con un 10% del capital, que otro 10% lo tengan accionistas individuales y que el resto esté en manos de los actuales responsables de las cajas que han demostrado sus errores de gestión en los últimos años”. “Si entramos en uno de estos bancos será para tener la mayoría, el control” y para hacer la banca comercial que “venimos haciendo. De otra forma no”.
Claro que una cosa es no querer entrar y otra no hacerlo. El BBVA, si quiere alcanzar su objetivo de duplicar la cuota de mercado en España en tres años no tiene otra vía para hacerlo que a través de una caja, y no de todas sino de una grande. Y como reconocen en los bancos, “una cosa es que nos pregunten si queremos entrar y otra que nos lo pidan de forma perentoria”.
En ese caso, dicen, lo más que podrán hacer es negociar las condiciones en que entren porque entrar lo harán. Por eso desde alguna de estas entidades se habla de la necesidad de copiar el modelo estadounidense de saneamiento mediante la instrumentación de un esquema de protección de activo por parte de las autoridades económicas y supervisoras. Es la forma de protegerse de posibles pérdidas.
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