Por si nos sorprende una catástrofe natural que pueda destrozar los sistemas de enfriamiento de los reactores de las ocho centrales nucleares que funcionan en España, el presidente Rodríguez Zapatero tuvo el miércoles en el Congreso la deferencia de llamar a los periodistas para informarles de que ha ordenado al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que realice unos estudios complementarios sobre riesgos sísmicos, de inundaciones y otras catástrofes naturales que puedan afectar a las nucleares, comenzando por la de Confrentes. El jefe de prensa permitió “dos preguntas”. ¿En qué fecha estará dicho informe? Eso queda en manos de los técnicos, que primero tendrán que conocer y analizar lo que ha ocurrido en Japón.
El presidente aseguró que aquí no existe un riesgo de accidente similar al ocurrido en Japón, pero, por si acaso, el Gobierno acepta la recomendación de la Comisión Europea y va a estudiar esos aspectos complementarios de seguridad. ¿Quiere decirse que no estaban contemplados? Eso parece. Puede que haya otros riesgos, como la desidia y el ahorro en mantenimiento, que nos hagan temblar, pero los temblores telúricos, volcanes y demás, no coinciden con nuestro pequeño espacio en el planeta, y las averías y fugas, si las hubiere, serían silenciadas para no alarmar. La alarma social es muy negativa, según opinan todos los gobiernos y el nipón también.
Aquí tuvimos el caso de Vandellós. Y de aquella fuga de isótopos radiactivos nos enteramos año y medio después porque las luchas intestinas por el poder en el CSN acabaron descubriendo el pastel. Producto de ellas fue el ascenso de la ex responsable del área de la mujer en la Ejecutiva del PSOE, Carmen Martínez Ten, a la presidencia del Consejo. La pregunta que ayer cabía hacer al presidente es cuándo y dónde decidirán instalar el almacén temporal de residuos nucleares que tanta prosperidad va a llevar al municipio que elijan entre los que han ofrecido terrenos. Nadie la hizo porque de antemano el ministro Miguel Sebastián dijo en respuesta a Gaspar Llamazares que no es el momento de abrir el debate nuclear y, consiguientemente, de adoptar una decisión hasta que pasen las elecciones locales y autonómicas del 22 de mayo.
Volviendo a las explicación de Zapatero a los periodistas hay que añadir que la “célula de seguimiento” de la pesadilla nuclear japonesa va a ofrecer la ayuda que Tokio solicite y está dispuesta a repatriar a los connacionales que lo soliciten. La catástrofe de Fukushima constituye “una preocupación seria”, dijo el presidente como si algunas de sus preocupaciones no lo fueran. Sobre el término “Apocalipsis” que empleó el martes el comisario alemán Günther Öttinger para calificar lo que está ocurriendo en el país del sol naciente, Zapatero se limitó a pedir “contención”.
Fue tan clamoroso el silencio del PP sobre la preocupación de los ciudadanos por la amenaza nuclear como sonoros y prolongados fueron los aplausos que la tarde del martes le dispensaron al embajador nipón. La falta de habilidad de los tres interpelantes de Zapatero –Ana María Oramás, Josep Antoni Durán i Lleida y Mariano Rajoy– para introducir el tema que hoy preocupa al mundo entero llevó al presidente a convocar a los periodistas para tranquilizar a los españoles.
Por lo demás, la canaria Oramás se alegró de que AENA y los trabajadores hayan llegado a un acuerdo que elimina la amenaza de huelga en Semana Santa, el catalán Durán quería más balanzas fiscales y el presidente del PP, Rajoy, deseaba resaltar lo mal que estamos porque Zapatero no tiene confianza ni credibilidad. De este modo y con la enésima petición del PP a Manuel Chaves de que dimita por los chanchullos en Andalucía terminó una sesión que, entre la tarde del martes y la mañana del miércoles, duró menos de ocho horas. Para que luego digan que sus señorías no trabajan.
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