Vida y milagro de Juan Marsé

10/04/2015

Daniel Serrano. Fabulosa biografía ésta. Lo cual no es óbice para que me gustase también la que escribió en su momento Miguel Dalmau acerca de Jaime Gil de Biedma.

Lo digo para que conste en acta la contradicción manifiesta que supone (por mi parte) el elogiar la sobriedad y eficacia narrativa de Mientras llega la felicidad frente a esa biografía de Biedma cuyo sentimentalismo tanto aborreció el grandísimo Juan Marsé. Igual que soy contradictorio al adorar la literatura de Marsé y, a la vez, la prosa sonajero del Francisco Umbral articulista (del novelista, en fin, tengo mis dudas: salvo Leyenda del César Visionario y poco más).

El caso es que resulta este relato de la vida y milagro de Marsé una obra excepcional. Amena y repleta de datos de interés.

Diría, incluso, que es un excelente complemento al ensayo aquí comentado El cura y los mandarines porque matiza la furia destructiva que Gregorio Morán despliega en su retrato del franquismo y la Transición en el ámbito de la cultura.

libromar200Pongamos un ejemplo. Gregorio Morán retrata a un García Hortelano borrachín, mediocre y tirando a payaso. Pero en Mientras llega la felicidad se cuenta como ese supuesto payaso se la jugó en pleno franquismo cuando, siendo detenido en Barcelona, se hace pasar por Antonio Gutiérrez (histórico resistente comunista) para que éste pueda escabullirse de la policía. García Hortelano sale, finalmente, bien librado. Pero la valentía de hacer algo así en plena dictadura hay que tenerla muy en cuenta y no encaja con el dibujo de Morán, básicamente un desfile de cobardías y miserias.

Un detalle de los muchísimos que este libro nos aporta acerca de un tiempo y de un país.

Mientras llega la felicidad nos confirma la imagen del Juan Marsé que ya conocíamos (con tendencia al pugilato y ajeno al postureo literario) pero también desmiente tópicos e idioteces.

Me entero por esta biografía que ha habido (hay) críticos convencidos de que Juan Marsé escribe con poco estilo, un poco mal inclusive. La misma tontería que se ha repetido acerca de Baroja. Jamás entenderé en qué se basan tales conjeturas.

Me entero también de que hasta el mejor maestro echa un borrón y Francisco Rico llega a elucubrar sobre una presunta primera versión de Si te dicen que caí absolutamente diferente de la que acabó por publicarse cuando tal versión primigenia y absolutamente diferente (asegura el propio Marsé) jamás existió y apenas hubo ligeras modificaciones que corrigió el propio autor en su edición definitiva.

Y luego está todo el capítulo sobre la agria polémica acerca de la adaptación al cine de El embrujo de Shangai, iniciada por Víctor Erice y llevada a cabo finalmente por Fernando Trueba.

Fernando Trueba se molestó mucho porque a Marsé no le gustó nada la versión cinematográfica de su novela y bien lo siento porque Trueba me cae muy bien y me parece un excelente director pero, en fin, nunca llueve a gusto de todos.

Resulta también muy instructiva la parte en la que se relata el desencuentro entre Marsé y el premio Planeta. El novelista renuncia a ser jurado después de ver cómo se premia sin deliberación real y ojo al detalle de cómo Jaime Bayley, ganador del Planeta de la discordia, confiesa a Marsé que él presentó una novela sin acabar porque le dijeron que le querían como premiado.

Lo de los galardones literarios en España es de pena, no hay vuelta de hoja.

Muy aleccionadora esta biografía. Excelente libro. Si a usted le gusta Marsé, lea Mientras llega la felicidad y disfrútelo. Si no le gusta, hágaselo mirar. O no. Sobre gustos, ya se sabe, todo está escrito pero todo lo que se ha escrito está escrito para ser discutido.

(Aclaro, por cierto, que esta biografía que ha elaborado Josep María Cuenca es una biografía autorizada pero, atención, no una hagiografía al uso. No es todo sobar el lomo a Marsé. No, no. Esto es otra cosa. De verdad).

Mientras llega la felicidad. Josep María Cuenca. Anagrama. 752 páginas.

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