“Creo que si no se está dispuesto a fracasar, no se progresa”. Esta frase de Antonio Brufau, el tercer presidente que ha tenido Repsol, y que aparece en la página 70 de la obra de la periodista Natalia Obregón “Repsol. Claves para convertir una petrolera sin petróleo en la décima del mundo”, resume muy bien la trayectoria de esta empresa.
Una historia sobre Repsol inicia la aventura editorial Claves de Gestión, que su director, Gonzalo Landaluce, resume en “libros sobre empresas y empresarios ejemplares”. La responsable de Informativos de Radio Intereconomía ha optado por centrarse en las claves del éxito de Repsol, tras hacer un recorrido por la historia de la compañía.
La obra puede parecer un tanto plúmbea a quien no le interese el sector petrolífero ni tenga muy claro en qué se diferencia el ‘upstream’ y el ‘downstream’. Pero resultan especialmente atractivas las páginas dedicadas a los proyectos más innovadores de Repsol, como Caleidoscopio o Sherlock, a la biotecnología, al laboratorio de motores, o las baterías para la automoción.
Posiblemente la mayor aportación del trabajo de Natalia Obregón sea destacar la cultura de personas que existe en Repsol. Cómo una empresa busca petróleo sobre todo en sus empleados. Brufau insiste mucho en que las personas son el “mayor y mejor activo” de Repsol (página 120), en que hay que potenciar la capacidad de pensar, de aportar ideas, como una manera de estimular la participación y el compromiso con los objetivos de la empresa mediante la iniciativa responsable y el trabajo en equipo.
En las páginas 120 a 129 de la obra se encuentra la que seguramente es la clave más importante del éxito de Repsol: la creciente igualdad de género (las mujeres son ya el 32% de la plantilla total cuando se trata de un sector de tradicional nula presencia femenina), la importancia de los valores (responsabilidad, integridad, flexibilidad, innovación, transparencia), el banco de tiempo, la tintorería del Campus Repsol (el servicio más valorado por los empleados que trabajan allí), la gestión del desempeño y el desarrollo como pieza central en los recursos humanos y, sobre todo, en la relación entre jefe y empleado, las políticas de conciliación o el impulso que se da al teletrabajo, entre otros.
Otro de los rasgos distintivos de Repsol en su obsesión por adelantarse a los acontecimientos (página 136) y su esfuerzo por lograr nuevas energías más limpias. Tener perspectiva para ganar terreno en un mercado muy competitivo y cambiante, que requiere grandes inversiones y una continua innovación.
Compañía responsable y energía inteligente
Interesante es también la entrevista final de Natalia Obregón con Brufau (páginas 215 a 228). Especialmente, su afirmación sobre lo que debe ser Repsol: “una compañía responsable que suministre energía inteligente”, lo que se traduce en que la “producción de energía debe tener un componente social” y en que “nuestro paso por el mundo sea medioambientalmente frugal”. “Hemos de trabajar para que exista un consumo responsable por parte de los que más tienen y, al mismo tiempo, lograr que pueda acceder al consumo el mayor número posible de personas. A esto llamamos consumo inteligente”, afirma el presidente de Repsol.
Muy ilustrativas también sus reflexiones sobre lo que debe hacer un gestor, muy vinculadas a esa obsesión por adelantarse a los acontecimientos: “El mundo va a una velocidad tal que lo que hay que hacer es gestionar el cambio”. “El futuro es imprevisible y el buen gestor es el que anticipa y quiere el cambio para adaptarse a él”, insiste Brufau, que subraya: “Se producen grandes fracasos en el mundo porque las personas no han sabido anticipar lo que iba a suceder”.
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