Se denominan viñas viejas aquellas que tienen más de cien años y con éstas trabaja precisamente una pequeña bodega de la Denominación de Origen Ribera del Duero, Hacienda Solano.
Esta bodega familiar, que lleva funcionando con esta marca desde hace 14 años, tiene sus viñedos situados en el municipio de La Aguilera y ha conseguido un logro nada desdeñable: que todas sus referencias tengan más de 90 puntos otorgados por la referencia en el mundo del vino, el todopoderoso Robert Parker. “¿Cómo fue esto? Parker suele convocar catas en las sedes del Consejo Regulador, donde las bodegas envían sus vinos para ser catados. La última fue a principios de 2013. Nosotros fue la primera vez que enviamos a una cata de Parker y fuimos la única bodega en sacar esta puntuación, que es algo que ayuda mucho a la hora de vender al otro lado del Atlántico”, explica Agustín Cubillo.
Una de sus referencias, Finca Cascorrales 2009, obtuvo 95 puntos en la calificación. El resto, consiguió más de 90 puntos, en una muestra de 500 vinos de 117 bodegas de esta zona.
La familia de Agustín, que ha trabajado durante años como periodista en la Ser, se ha dedicado siempre a la viña. Primero, como proveedores de uva, después como productores a través de una cooperativa y finalmente, elaborando vino como bodega. La hacienda tiene una extensión de 40 hectáreas.
Cubillo no solo defiende el signo distintivo de que utilizan viñas viejas sino que trabajan de forma artesanal, como ya casi nadie hace.
Sus vinos se venden en España pero también exportan a USA, Puerto Rico, República Dominicana, Suiza, Alemania, Austria.. “El primer país al que vendimos fue Puerto Rico, al que llegamos por contactos personales”, afirma.
Tienen una producción que está en torno a las 40.000 botellas anuales. “Nuestro próximo objetivo es diversificar a más países, en nuestro punto de mira los próximos serán Colombia y México”, añade.
Pero, ¿esas puntuaciones Parker hacen que sus vinos sean prohibitivos de cara al consumidor? Ni mucho menos: las botellas están entre los 5 y los 30 euros, un precio más que asequible para permitirse entender por qué a Parker le gustaron tanto estos caldos…
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