Tebeos y chicles de fresa el domingo por la mañana

23/03/2014

Daniel Serrano. El Don Miki y el Supermortadelo, tres chicles Cheiw de fresa ácida, Pif y sus cachivaches, Spirou. En el quiosco de los sábados y domingos por la mañana hallábamos la felicidad cuando éramos niños.

Ya nadie compra tebeos en el quiosco. Quedan los cromos, el olor a tinta de la prensa diaria y las revistas de tendencias que colorean el paisaje urbano de modo cada vez más escaso. Bueno, no nos pongamos llorones. Es el signo de los tiempos, supongo.

El arrebato (leve) de nostalgia se justifica porque hace poco que han caído en mis manos un par de cómics que me devuelven a esos tiempos de infancia en los que devorábamos toda viñeta que cayera en nuestras manos.

Haxtur fue una suerte de Conan psicodélico creado por Víctor de la Fuente. Apareció en las páginas de Trinca, una fabulosa publicación de enorme modernidad que a finales de los 70 editó ¡el Frente de Juventudes! Qué cosas.

Víctor de la Fuente ejecutó en Haxtur un relato de espada y brujería de ilustraciones lisérgicas y crudo pesimismo. Reeditado en forma de volumen de tapa dura, este cómic resulta una lectura fascinante. Hay que pasar por alto, eso sí, cierta ingenuidad propia de la época y un punto de grandilocuencia que, a veces, ejem, provoca un ligero sonrojo. Minucias. Haxtur es una gran obra del tebeo español, una exploración de nuevos caminos que modernizaron el cómic y un producto que se exportó a Francia y de ahí a otros países europeos.

Era la época en la que los autores españoles de cómics vivían de vender sus trabajos a la boyante industria europea (francesa y belga fundamentalmente). La época de Pepe González, el autor de la sinuosa Vampirella, esa draculina sexy que tantos sueños adolescentes envenenó por medio mundo. Y precisamente a Pepe González dedica su último álbum el gran Carlos Giménez.

Giménez lleva muchos años haciendo el relato de la historieta española a través de las peripecias de sus protagonistas. Por ejemplo, en Los profesionales, una verdadera obra maestra que yo colocaría a la altura de Paracuellos o Barrio, otros dos grandes títulos del autor. Ese relato del tebeísmo hispánico continúa con Pepe, biografía en viñetas de un personaje disoluto, bohemio e irrepetible, cuyo talento estaba a la altura de su vagancia y que sólo gracias al constante empuje de sus amigos logró salir adelante. Homosexual heterodoxo y amante de la juerga, sin capacidad alguna de ahorro, fumador y bebedor infatigable, Pepe González es retratado con enorme cariño por Carlos Giménez.

Pero igual que Haxtur resulta una obra recomendable para cualquier lector interesado en el cómic, Pepe sólo es apta para muy cafeteros del tebeo. A veces se hubiera agradecido una cierta distancia de Carlos Giménez con respecto a lo que cuenta, algunas explicaciones para el profano, una contextualización que nos permita colocar al sujeto en el momento histórico. Giménez espolvorea algunos datos a vuelapluma (crisis de la industria, desaparición de ciertos modelos…) pero, ¡ay!, el que no tenga la información suficiente sobre el mundo de la historieta en España puede que se extravíe o acabe sumido en la indiferencia. (También hay que decir que se trata de un proyecto de cinco volúmenes de los cuales se publica ahora la cuarta parte –que es de la que hablo-. Creo que es la cuarta parte tras haberme documentado vía internet y digo creo porque la edición de Panini Comics abunda en la confusión al no hacer referencia a que este álbum forma parte de una serie. A no ser que el número 4 que aparece en el lomo les parezca suficiente a los editores. Menudo lío).

Con todo, Pepe contiene ese magnetismo que ha hecho de Carlos Giménez uno de los grandes: sus trazos tan identificables, la belleza de sus viñetas en blanco y negro, la melancolía de sus claroscuros.

Y así, de repente, por sorpresa, he regresado a las mañanas de domingo de tebeos y chicles Cheiw de fresa ácida.

Pero los don mikis eran reamente malos, confesémoslo.

Haxtur. Víctor de la Fuente. Glénat. 96 páginas.

Pepe. Carlos Giménez. Panini Comics. 90 páginas.

 

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