Todo eso era de alguien. Ahora es botín para quienes ejercen, de esquina en esquina, el pillaje callejero.
Ahí comienza todo.
El fotógrafo Paco Gómez encontró allá por 2003 los restos de un naufragio. Papeles e instantáneas de toda una vida tirados en medio de la calle. La hermética existencia de los Modlin, un extraño matrimonio estadounidense que llegó a Madrid entre los 60 y los 70. Ella, Margaret, pintora surrealista y franquista acérrima. Él, Elmer, actor de tercera fila que apenas tuvo más de una línea de guión en su larga carrera cinematográfica. Su hijo Nelson, actor de doblaje y exitoso empresario muerto prematuramente. Un triángulo impenetrable que se fotografía en poses inquietantes, un tanto impropias. No son las fotos de familia habituales. El padre muestra sus calzoncillos rotos a cámara. Al hijo se le retrata bellísimo, como un Tadzio al que sus progenitores adoraran con una temperatura malsana.
Todo eso se observa en las fotos igual que se observa en las pinturas de Margaret, que a simple vista (y sin ser yo un experto en la materia) destilan una cierta ingenuidad amateur que desvirtúa sus pretensiones.
Pero Margaret creía ser una artista genial y también confiaba en ello ciegamente su marido y lo que cuenta, en realidad, Los Modlin es la historia de un viaje hacia el fracaso.
Es la búsqueda de los Modlin y de Paco Gómez en su persecución hacia la nada. Con viejas fotos y dibujos, adentrándose en el caserón casi en ruinas de la calle Pez donde vivieron aquellos americanos extraños, conversando con quienes les conocieron, tratando de atrapar espectros.
Este es un libro bonito. Falta (resulta evidente) cierta altura literaria. Pero da igual. Lo que importa es que se trata de un libro emocionante y que refleja perfectamente de qué modo nos puede atrapar un relato y cómo nos fascina penetrar en los secretos de las vidas ajenas.
Paco Gómez pasa años construyendo la historia de los Modlin y antes de él esa historia la cuentan otros: un artículo en el diario El País, un relato de Agustín Pérez Mallo basado en ese artículo, un documental que inicia el propio Paco Gómez y le acaba siendo arrebatado. Y ahora estas páginas.
Los Modlin tiene algo de cuento de fantasmas. Da un poco de miedo imaginar a ese matrimonio que apenas hablaba español después de años viviendo en Madrid, que envejece sin que se reconozca el talento de Margaret y persevera en la mentira de una genialidad que no existe, que acaba recluido en un edificio que amenaza ruina, que en su hermetismo provoca la fuga del hijo, tal vez incapaz de asumir que sus padres viven (y morirán) en un sueño inacabable.
Y luego está esa emoción de recomponer el puzzle, cómo los rastros apuntan en diferentes direcciones, la secuencia de La semilla del diablo en la que aparece Elmer, las pistas halladas en El Bocho y El Palentino (bares que resisten valerosamente en ese Madrid que no se rinde a Starbacks y La Sureña), los viejos vecinos del barrio que aún saben del enigma de aquellos americanos tan raros…
Sí, un buen libro, un excelente libro. Las imágenes de los Modlin son hipnóticas. Los cuadros de Margaret son, seguramente, muy malos pero tienen algo que atrae. La pasión con la que Paco Gómez ha escrito te atrapa y te obliga a seguir leyendo hasta que, del tirón, has llegado a la última página.
Seguramente ninguno de los Modlin imaginó jamás que su memoria se perpetuaría de un modo tan raro. Pero su vida fue rara así que el círculo se cierra con una lógica impecable.
Los Modlin. Paco Gómez. Fracaso Books. 210 páginas.
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