¿Se puede escribir un libro (encima, electrónico, sin edición en papel) sobre cómo invertir en Bolsa comenzando con que “no es ciencia ficción y no somos vendedores de crecepelo”? Pues, sí, se puede. Además, se debe. Miguel Larrañaga, compañero de aventuras periodísticas en diarioabierto.es, y Ángel Matute lo hacen sin rubor alguno, en “Market Timing: la máquina de ganar dinero en Bolsa” (182 páginas online).
Pero no es una obra sencilla, ni está al alcance de cualquiera. Es un trabajo bien escrito sobre conceptos bastante complejos y no siempre fácilmente entendibles. Ya el índice asusta, con ideas como manos fuertes o smart traders, velas japonesas, el hombro-cabeza-hombro (invertido o no), las matrioskas, los indicadores de amplitud (tanto clásicos como avanzados), el oscilador, el algoritmo tendencial, el semáforo alcista, las entradas largas (de primera, segunda y tercera división), el momento Weistein, el indicador direccional de Welles Wilder, entre otros conceptos no aptos para profanos.
Asumiendo que no es un libro fácil de leer, pese al extraordinario esfuerzo realizado por los autores para tratar de ser didácticos, el susto del índice no es para tanto. Hay momentos en los que el libro es, si no entretenido, muy interesante.
Pero si busca una obra sobre cómo ganar dinero en Bolsa aplicando la ley del mínimo esfuerzo, deje ya de leer. Market Timing no es para usted. Porque Larrañaga&Matute dejan muy claro, casi desde la primera página de este libro electrónico, que “no le vamos a contar que usted, sin esfuerzo y desde su casa, va a revertir de un plumazo todo su historial bursátil perdedor, ni que va a vencer sus miedos respecto a la inversión en Bolsa por arte de ensalmo tras leer estas líneas”.
Todo lo contrario: “Le vamos a contar que con un poco de esfuerzo y alguna perseverancia, en unos pocos meses usted estará en ese selecto grupo integrado por quienes ganan dinero con consistencia en los mercados de valores y que poco a poco se acercará a esa operación soñada”, precisan los autores.
Y eso que hacen algo extraordinariamente raro en este tipo de obras sobre la inversión en Bolsa: reconocer que “apenas hemos inventado nada”, tomando “conceptos prestados de aquí y de allá” y desarrollando “herramientas propias que, en realidad, sirven sólo a la clarificación de conceptos ya existentes”.
Es más. El dúo de Market Riming asume que “la mayoría de las respuestas existían ya, dispersas por el orbe bursátil”. “Nuestro mérito, si es que alguno tenemos, ha sido reunirlo todo y desarrollar algunos indicadores que nos ayudaran en la tarea de ganar dinero en serio, como lo hacen los profesionales”, precisan los autores.
Sistema, y no corazón ni cabeza
El punto de partida de Market Timing es que “para ganar en el mercado hay que operar con un sistema y no con el corazón o la cabeza”. Para ello, sólo existe una receta muy clara y sencilla: “estar en el sitio oportuno, en el momento oportuno y con los valores oportunos”. “A partir de ahí, dejarse llevar por la corriente, al alza si toca subir, o a la baja si se hunde el mercado”, recomiendan Larrañaga y Maute.
“Para nosotros el mercado es como el mar, con sus olas, sus mareas y sus peligros. Los buenos surfistas esquivan los peligros y aprovechan al máximo las mareas y las olas. Nosotros queremos que usted haga lo mismo en el mercado”, señalan los dos profetas del Market Timing.
Para, inmediatamente, hacer las cosas un poco más complicadas, porque “se puede ir un paso más allá”. “Los buenos marisqueros aprovechan mareas y olas para conseguir su sustento, exactamente como nosotros. Colocan sus bateas en el lugar oportuno y en el momento oportuno obtienen el fruto del mar”, resaltan Larrañaga y Matute. Suena hasta sencillo y fácil de hacer.
Luego resulta que las apariencias engañan y que eso es fácil de decir pero muy complicado de llevar a la práctica con éxito.
Todo inversor debe ser consciente de que corre riesgos. Y aquí los autores de Market Timing recurren a la filosofía oriental. Concretamente al anuncio protagonizado por Bruce Lee: “Be water, my friend”. Este planteamiento se concreta en buscar en todo momento la minimización del riesgo.
Porque el primer mandamiento para ganar en el mercado de la Bolsa y de la inversión es no perder. “Grábeselo a sangre y fuego, y prepárese para sumergirse en el mundo de los indicadores de amplitud y la sincronicidad con el mercado”, recomiendan los autores.
Un sistema para pensar a lo grande
Si ha sobrevivido a la lectura de la parte más técnica, más farragosa, posiblemente menos atractiva pero desde luego la de mayor utilidad, no se crea que ya ha terminado. Queda lo más importante: la actitud con la que uno se enfrenta a la siempre complicada tarea de ganar dinero en Bolsa.
Larrañaga y Matute (tanto monta, monta tanto, Miguel que Ángel) enseñan claramente sus cartas: “No aspiramos a pequeñeces”. Echan mano del maestro Kostolany: “quien lo pequeño enaltece, lo grande no merece”. Porque su planteamiento es simple: “Aspiramos a grandezas, y pensamos a lo grande”. En Bolsa eso se traduce en “intentar detectar los cambios de tendencia muy pronto para subirte al carro de los primeros y bajarte de los últimos con el zurrón lleno”. ¡Casi ná!, que exclamaría un castizo.
Y para conseguirlo es necesario un sistema de inversión. “Mucho ojo, porque se llama sistema de inversión a muchas cosas que no lo son”, advierten los autores de Market Ti9ming. Y para encontrar esa brújula que nos oriente por el proceloso océano de la Bolsa, no basta con ser agua, por mucho que lo recomiende el espíritu de Bruce Lee.
Un sistema de inversión debe ser capaz de responder a tres cuestiones no precisamente baladíes: ¿Qué compro? ¿Cuándo lo compro? ¿Hasta cuándo lo mantengo?
Pero además debe poder mostrar lo conseguido en años anteriores, por mucho que rentabilidades pasadas no presupongan ganancias futuras. La calidad de un sistema se puede medir por el retorno conseguido y, sobre todo, por la “esperanza estadística”, ya que significa que acierta muchas más veces de las que falla.
Y debe ser “entendible” por quien lo va a utilizar, para que pueda tomar sus propias decisiones de forma autónoma.
Todo ello con las ideas muy claras: “Quien viene a la Bolsa a jugar va a ser desplumado, así que como su dinero va a cambiar de bolsillos, debemos prepararnos para que una parte al menos quede en los nuestros”.
Gertrude Stein recuerda que “el dinero siempre está ahí, sólo cambia de bolsillos”. Lo que hay que buscar es que pase a los nuestros, al menos en una proporción que compense la inversión realizada y los riesgos que hemos corrido.
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