Me jode porque Mariano Quirós tiene pinta de buen tipo y porque es de mi quinta y porque le han dado un montón de premios y esta misma novela ha sido premiada con el Francisco Casavella. Y me jode, por cierto, que la editorial no se haya dignado en informar al lector en alguna de las páginas acerca de quiénes fueron los que decidieron conceder el galardón. Lo busco en internet: fueron Gabi Martínez, Gonzalo Torné y Joan Riambau. Me percato, en esa búsqueda, de que la mayoría de los reseñistas de urgencia afirman que Tanto correr narra una de las masacres más sanguinarias de la dictadura argentina. El texto de la contraportada también va en esa dirección. Y no. O no exactamente. La masacre de Margarita Belén, en el noreste argentino, resulta sólo una excusa para contar otra cosa. Lo que no acabo de vislumbrar es qué cosa.
(Ahora me doy cuenta, ahora mismo, escribiendo estas líneas, que los tres miembros del jurado aparecen citados en la contraportada haciendo juicios elogiosísimos de la novela. Pero no se especifica que son los tres miembros del jurado. Todo muy raro).
Mariano Quirós habla de un chaval que es nene cuando la dictadura y se hace mayor y asiste al ajuste de cuentas que Argentina realiza con su pasado, pero que asiste desde una distancia perpleja y también sale a correr, planea participar en una maratón y, a todo esto, sus padres fueron montoneros aunque se salvaron de la brutalidad de la dictadura (o casi, mamá sí pasó por la cárcel). El tono del libro es muy generacional, muy de nuestra generación de mierda, como riéndose de todo y con mucha presencia de la cerveza y de las desilusiones amorosas y haciendo hincapié en el fracaso vital que nos caracteriza, ya saben. Parece que me estoy burlando de Tanto correr y no, respeto lo que Mariano Quirós ha intentado y si a Gabi Martínez, Gonzalo Torné y Joan Riambau les ha gustado, seguro que soy yo quien se equivoca. Pero después de El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia del también argentino Patricio Pron o de Formas de volver a casa del chileno Alejandro Zambra resulta complicado asumir cierta superficialidad a la hora de tratar el asunto del peso de la dictadura sobre los hijos. Porque, excúsenme, por mucha cita del propio Zambra que coloque Quirós, por mucho toque Murakami con lo del maratonismo, por mucho tono confesional y pasajes sobre el abuso en la ingesta de alcohol, el problema fundamental es que esta novela se queda en una difusa superficie.
¿Sufre el protagonista? ¿Y por qué? ¿Y sus padres? ¿Les quiere, les odia, le intriga su pasado? No tengo la menor idea porque Mariano Quirós no se molesta en explicarlo. Mezcla varias historias, arranca una y no acaba de concluirla, aparece un personaje y se marcha, no está claro hacia donde nos dirigimos y al final se acaba la novela y nos hemos quedado en ayunas. Yo, al menos. Admito opiniones discordantes y animo, incluso, a que lean Tanto correr y me digan si tengo o no tengo razón.
Fíjense si me he quedado in albis con este libro que con lo que a mí me gusta hacer citas de cada novela que leo, apenas he hecho un par de anotaciones para volcarlas aquí. Y una de ellas, leída de nuevo, me parece una pavada. La otra es esta:
“También recuerda que leyó el Ulises, hacia el año 1981, cuando las cosas en la cárcel eran más llevaderas. Esa, dice Romero, es la única manera de leer ese libro: en la cárcel. Quien lo haya leído en otra circunstancia, en otro lugar, no entendió nada”.
Bueno. Es sugerente la idea, ¿no? Supongo.
El caso es que me jode tener que decir esto pero Tanto correr no me ha gustado. Tampoco pasa nada. No me gustó, en su momento, el Premio Alfaguara que abordaba el mismo tema: Una misma noche de Leopoldo Brizuela. Es muy difícil hablar del crimen institucionalizado, de la brutalidad como lenguaje de Estado, de una dictadura. Y mucho más desde la posición del niño que apenas vivió aquello como un lejanísimo eco. Ese es el reto. Complicadísimo. Se puede optar por el ternurismo épico y rodar Kamchatka (bellísima película) o dibujar el descubrimiento de la biografía paterna al modo de Pron o, en este caso, contar muchas cosas y no acabar contando nada.
No me voy a extender más. Créanme que me jode tener que decir que no me ha gustado esta novela. Mariano Quirós tiene pinta de buen tipo y espero que no lea esta reseña porque escribir un libro supone un esfuerzo sobre el que luego mea cualquier piernas desde su rinconcito en la red o en la prensa escrita. Así es la vida, en todo caso.
Y ya.
Otro día les hablo de alguna lectura que de verdad me haya apasionado.
Tanto correr. Mariano Quirós. Destino. 183 páginas.
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