Después de “Tribulaciones de un directivo en paro”, escribir un libro sobre Tempranillo, un peculiar genio residente en una botella (bordelesa, por supuesto) de vino parece una empresa más que arriesgada. Como diría Margarita, la mujer del protagonista, ¡tú eres tonto, niño! Pero Miguel Ángel Aguirre, director general para España de la agencia de comunicación Edelman, sale airoso de la prueba.
“El genio de la botella”, publicado por la editorial Lo que no existe (que ya editó “Tribulaciones de un directivo en paro”), es un divertido pero enriquecedor relato de 198 páginas sobre el vino, que describe como “un alimento que ayuda a las personas a ser más humanas y felices”. Un homenaje sincero al vino, “quintaesencia del poder transformador del hombre a través de la naturaleza”, y a todo lo que le rodea.
Aguirre utiliza para ello a un genio que no concede deseos, como el mítico Aladino (primo de Tempranillo) pero cuenta historias y chispeantes anécdotas, de las que siempre se extraen lecciones. Un “gran contador de historias memorables”, como se presenta el genio, que no es muy modesto que digamos.
Pese a que era una apuesta con cierto riesgo, Tempranillo da mucho juego. Porque el libro se lee muy bien, saboreándolo como una copa del mejor Ribera del Duero, gracias sobre todo a las hilarantes situaciones que provoca el genio.
Es para troncharse (despalillarse, según el genio) de risa el relato de cómo el protagonista busca desesperadamente a Tempranillo en la vinoteca donde compró la botella del que salió el genio.
Reflexiones sobre el éxito
El vino y el genio de la botella le sirven a Miguel Ángel Aguirre para transmitir mensajes, ideas. Algunas ya aparecían en su obra anterior, como que “es más importante lo que se hace que lo que se dice». La importancia de la humildad (pese a la inmodestia de Tempranillo), del amor al trabajo, “a lo que uno hace con pasión y convicción”, del compromiso ético, de las renuncias y sacrificios personales, del sentido de la paciencia, del comportamiento, de la honestidad
Y a reflexionar sobre el éxito: “no hay que buscarlo, es él el que te elige, sólo si lo mereces, claro”, argumenta Tempranillo. También hace una apología del intento: “hay que arriesgar sin queremos tocar la excelencia con la yema de los dedos”. Y de la generosidad: “No pienses en ti sino en lo que has puesto en marcha, que es lo que tienes que honrar”.
“Aquí no hay sitio para las mediocridades”, insiste el genio, que explica que muchos buenos proyectos se quedaron en el camino “por planteamientos de base erróneos o cambios importantes de criterio”, cuando “lo realmente bueno, lo excelente, permanecerá y te trascenderá, si sigue fiel a sus principios”.
Los valores son los pilares del edificio, que deben clavarse en la tierra “como una raíz que crece y se extiende hacia las profundidades a lo largo de los tiempos” para hacerlo más sólido y estable.
La nueva obra de Miguel Ángel Aguirre es, como el vino, lluvia fina de sentido común.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.