Creo que fue Jorge Martínez Reverte quien escribió que las redacciones de hoy día se asemejan a hospitales y créanme que es verdad, a mí me han llegado a llamar la atención por hablar en voz demasiado alta e, incluso, por telefonear mucho. Los periodistas de hoy día tienen casi prohibido telefonear. Habiendo twitter ¿para qué? Ya de ir a ver a la viuda del fallecido ni hablamos. Estoy exagerando, claro, todavía se hace periodismo pero es que me gusta mucho el tópico, qué se le va a hacer. Con el tópico es como con todo. A veces funciona y hay que recurrir a él. Eso lo saben los buenos periodistas. Los malos son los que dan clase en los masters y dicen a sus alumnos: no se puede titular usando el título de una novela o película o poema. Toda regla está para demolerla adecuadamente. Pero vayamos al objeto de esta reseña: Maneras de ser periodista.
Pues muy bien: es esta (esta es) una lectura muy agradable, como un paseo por la arqueología del columnismo, ese que todavía practican ilustres colegas de generación como David Gistau o Manuel Jabois. A mí me gusta más (mucho más) Gistau, pero se me ha perdido en los pasillos del ABC (por parecerse a Camba, supongo) y ya no le leo.
Julio Camba es el maestro de todos: de Umbral para acá no ha habido quien no recurriera al humorismo a la Camba, a su sentido del absurdo, al detalle cotidiano como pieza sobre la que sustentar una columna de actualidad. Camba resulta siempre muy ameno y divertido de leer y practica siempre un sabio desapego del oficio de periodista. Camba es de los que opina (y yo estoy con él) que esto de ser periodista no puede compararse (para bien y para mal) con operar a corazón abierto, así que tampoco hay que rasgarse las vestiduras si nos equivocamos o escribimos tonterías más de una vez. De hecho, acerca de las tonterías que todo periodista de opinión escribe defiende Camba la necesidad misma de esas idioteces: “(..)Me atrevo a declarar que cuando, en el curso de algún artículo, no se me ocurren más que cosas sensatas y razonables, tengo la sensación de que el lector se va a sentirse completamente defraudado, y nadie se puede imaginar el esfuerzo mental a que me someto entonces para dar con alguna tontería que me saque del apuro”. Sí, señor. Completamente de acuerdo.
Este librito reúne textos de Camba donde se refiere, directa o indirectamente, al oficio de periodista. Una excusa como cualquier otra para volver a este maestro de maestros. Sólo una cosa, queridos amigos de Libros del KO: podría haber sido otra la excusa y así hubiéramos tenido un volumen algo más lustroso. Es que cien páginas (104 concretamente) se me antoja un poquito rácano en estos tiempos en los que rascarse el bolsillo resulta tan duro. Y conste que no soy de los que mido los libros al peso, como hacen los lectores de best-sellers que miran el lomo a ver si es suficientemente gordo. Pero, hombre, una cosa es una cosa y otra, otra. En fin, corramos un tupido velo que para eso estamos hablando de una de las mejores editoriales del momento y, además, a mí me gustaría publicar con ellos alguna vez.
Julio Camba. Hay que leerlo. Su anticuado encanto. Su inesperada vigencia en muchos aspectos. Esa idea del periodismo sin solemnidad alguna. Esa insolencia que (en parte) se ha perdido. Arqueología de un columnismo del cual apenas sobreviven vestigios. Ahora tenemos a Sostres. Que, ojo, a veces no escribe mal. Pero dice tales majaderías. O los de Jot Down, que escriben larguísimo. A Julio Camba le echarían de Jot Down con cajas destempladas, siendo como era tan amigo de la brevedad.
Bueno, resumiendo: Maneras de ser periodista huele a vieja linotipia y cualquiera que ame esta profesión de gacetillero debiera degustar estos textos de Camba. Y también cualquiera a quien le guste la literatura en corto que es el articulismo. Recomendable, sin duda. Aunque nos deje con algo de hambre. Grrrr.
Maneras de ser periodista. Julio Camba. Edición de Francisco Fuster. Libros del KO. 104 páginas.
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