Alta infidelidad

15/10/2010

diarioabierto.es.

En ocasiones decimos que las relaciones de pareja no son fáciles, que son muy complicadas. Pero lo que no sabemos es, que los complicados somos nosotros y por lo tanto complicamos las situaciones, en muchas ocasiones situaciones de fácil solución que terminan haciéndose una montaña.

Una pareja se rompe cuando se termina la comunicación entre ambas y entran en juego las mentiras y con ellas las desconfianzas y las infidelidades. La relación siempre es de dos, por mucho que a veces una persona tenga la sensación de que tira más del carro que la otra. Se trata de encontrar el equilibrio.

{destacado}Con el tiempo, aprendes, a que en una relación tiene que existir la comunicación como norma principal, que las cosas importantes hay que hablarlas siempre mirándose a los ojos. Que hay que medir siempre las palabras que se dicen, porque siempre quedarán ahí, tatuadas en la memoria de la otra persona y en la tuya propia. Aprendes con el tiempo que hay relaciones sanas y relaciones que envenenan. Las relaciones sanas son aquellas en las que aparte de existir mucha comunicación, no existen secretos entre ambas personas, es decir, que en cualquier momento una puede acceder al teléfono personal de la otra persona, sin ningún tipo de problema, y viceversa. Porque no hay nada que esconder, en las relaciones sanas, no existirá nunca desconfianza, porque es la confianza la base de este tipo de relaciones, donde aparte de compartirse todo, existe el respeto, siendo este primordial y muy importante.

Las relaciones que envenenan son aquellas en las que no existe ni comunicación ni confianza. Cuando entre las dos personas existe un muro que las separa. Un muro en el que, sin darse cuenta, la otra persona se convierte en enemigo. Y se crea, poco a poco, una telaraña de sensaciones extrañas, que van minando la relación hasta que el día que menos lo esperas, esa telaraña construida a base de malas sensaciones te atrapa y entonces es cuando esa relación se rompe. Lo malo de estas relaciones envenenadas, reside en que no te das cuenta de que la relación está rota (o se está rompiendo) hasta que un día, por cualquier pequeño problema, explotas. Normalmente no es de mutuo acuerdo, siempre es una persona de la relación envenenada que decide dejarlo, nunca será algo decidido por ambas partes, porque normalmente en esa telaraña queda atrapada una de las partes y arrastrará a la otra.

Algo a lo que tenemos mucho temor en las relaciones, es a la infidelidad. A que nos engañen. Porque ese dolor es el que nos hace sentir pequeños y poco importantes. Te preguntas ¿por qué, qué tiene la otra persona que no tengo yo?. Y tus castillos de arena se derriban bajo tus pies. Con la infidelidad se rompe la confianza y con la perdida de la confianza, el respeto. A partir de ahí se entrará en un bucle infinito de desconfianza que casi siempre termina en ruptura.

La persona que es infiel, lo busca. Busca en otra persona aquello que echa en falta en su relación. Ya sea más cariño, más sexo, o más compañía, o tal vez busca, la sensación de sentirse necesitado o valorado, esa sensación que con su pareja ya no siente, porque tal vez, en su relación exista una telaraña de malas sensaciones, o un muro enorme que les ha ido separando poco a poco.

La infidelidad, aún así, se perdona. A veces se busca en otros cuerpos el recuerdo perdido del cuerpo que amamos. No creo que sea difícil de perdonar, sobre todo si se trataba de una relación sana. Porque en las relaciones sanas se puede llegar a ser infiel, claro que sí, porque a veces basta con que una tercera persona se meta en medio, no hace falta que ninguna de la dos partes busque nada. En ocasiones, la tercera persona aparece y es posible que se caíga en la tentación, porque nadie está a salvo de nada.

Las relaciones hay que cuidarlas. Hay que saber valorar lo que se tiene. Intentar hacer de la relación algo bonito, donde compartir la vida y todas las cosas, no un agujero negro de malos momentos y malos rollos. Las relaciones se tienen para ser feliz y compartirse el uno al otro. Pero hay que cuidarlas, porque como sucede con todas las cosas, si no se cuidan ni se miman, se terminan muriendo de una manera u otra.

Por eso te aconsejo, a ti, que aún puedes, que aún tienes tiempo. Que cuides lo que tienes, porque te puede costar toda una vida encontrar a esa persona, y tan solo un día para perderla.

Cuida y confía. Ese es mi gran consejo. Eso es, lo que he aprendido.

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