El hedor a basura del debate político en España resulta insoportable y siempre me acuerdo de algo que, en cierta ocasión, me dijo Fernando Sánchez Dragó (sí, el mismo, pero es una buena frase) sobre aquellos que militaron en el antifranquismo:
– Estaban los que querían ser poetas y los que querían ser ministros.
Ahora sólo se han quedado los que quieren ser ministros y a la política le falta esa poesía y épica que la engrandece. Pero, en fin, estos son los tiempos que nos ha tocado vivir y, en medio del calor sahariano, leo un libro escrito por un político pero un político atípico, tan atípico que escribe libros, imagínense. Tal vez lo haga siguiendo el sabio consejo de don Manuel Azaña:
– En España la mejor manera de guardar un secreto es escribirlo en un libro.
El secreto que nos desvela Joaquín Leguina en este Impostores y otros artistas es el de su enorme amor a la cultura. Leguina escribe aquí de literatura y cine y viajes e, incluso, de amor. Compila este volumen una serie de artículos dispersos que la editorial Cálamo ha editado acertadamente y, por cierto, con una muy bella portada (La intriga de James Ensor es el lienzo reproducido en ella).
Leguina, como tantos de su generación, es en el fondo un sentimental y melancoliza con Tal como éramos de Sydney Pollack y alude a Casablanca y recuerda a Stevenson en Samoa (“de vuelta del mar está el marinero,/ de vuelta del monte está el cazador”) y viaja de regreso al París de la ocupación. Especialmente interesante es el artículo que dedica a Max Aub, gran autor del exilio, de quien cita una frase que resume el largo vacío de los expatriados por la derrota: “¡Qué infinitamente más largos, más llenos para mí los años de 1936 a 1942 que de 1942 hasta hoy!”.
Vivimos en una época en la que los programadores de televisión se echan la mano a la pistola si escuchan la palabra cultura pero a la vez se publican más títulos que nunca y la secreta secta de quienes disfrutamos de la letra impresa sobrevive e incorpora nuevos miembros. Y de cultura y arte y vida nos habla en esta colección de textos Joaquín Leguina, merecedor de un lugar bajo el sol en el panorama literario español aunque sólo fuera por haber convertido en sublime título el conmovedor verso de Cernuda: Tu nombre envenena mis sueños.
Impostores y otros artistas puede perfectamente servir de antídoto contra el sopor veraniego cuando agosto arrecie. Verano y humo. Cultura y humo, aunque Leguina (creo) ya no fuma. Pero escribe como si fumase y se le nota el cigarrillo dibujando volutas, igual que sigue escribiendo como si aporrease las teclas de una vieja máquina de escribir y sudase whisky cual Philip Marlowe triste, solitario y final.
Es esta una compilación de textos que nos abren la puerta a otros textos, que nos conducen a otras lecturas, que nos incitan a volver a Semprún, a releer a Celine, a buscar el rastro de Porfirio Rubirosa, a regresar al Rick´s Café Americain y escuchar las notas de As times goes by.
Y de política apenas habla Leguina aquí, así que no se asusten.
Impostores y otros artistas. Joaquín Leguina. Cálamo. 356 páginas.
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