Las exportaciones crecieron en el interanual del pasado octubre un 19,6%, lo que representa el 67,3% del total español, según el Indescat (Instituto de Estadística de la Generalitat de Catalunya).
Para la Cámara de Comercio de Barcelona. Según esta entidad 20.408 empresas catalanas venden sus productos en el extranjero y además consideran que esta cifra puede llegar este año a las 24.000 dado que algunos empresarios están en condiciones para buscar nuevos mercados.
Este crecimiento viene frenado por la falta de infraestructuras. Todas las entidades económicas catalanas hace tiempo que coinciden en reclamarme como vital para el desarrollo de la industria catalana que la Generalitat asuma competencias en el aeropuerto de El Prat y que tenga acceso directo al tráfico intercontinental. El freno que representa que todos los vuelos transoceánicos de Iberia partan de Barajas representa un freno para el desarrollo económico. Otra de las reivindicaciones es el desarrollo ferroviario por el corredor del mediterráneo, de forma que permitiera que los productos de la zona llegaran de una forma rápida a Europa.
Por ello ha tenido un fuerte impacto en la sociedad catalana el libro “España, capital París” en el que el catedrático de Economia Aplicada de la Universidad de Barcelona y portavoz de Economia y Hacienda por el grupo socialista en el Congreso durante los años 2000-2006 denuncia el centralismo de las comunicaciones en España.
Bel analiza el carácter radial de todas los medios de comunicación de la península. Los orígenes de este diseño los remonta al S. XVIII y este diseño se ha perpetuado hasta el punto que Aznar, en su debate de investidura, se fijó que todas las capitales de provincia estuvieran a menos de cuatro horas de Madrid con el AVE. En cambio la modernización de la red de ferrocarriles no ha tenido un carácter transversal, como tampoco lo tuvieron en su día la red de autopistas (la Barcelona-Francia la construyó la iniciativa privada. Asimismo el corredor cantábrico ha tardado años en realizarse y Madrid buscó tener salida al mar por el puerto de Valencia, pretensión especialmente potenciada durante el gobierno del PP.
Bel asegura que el diseño centralista de la red de comunicaciones española no es patrimonio de un partido, dado que en este tema coinciden tanto populares como socialistas. Además señala que este diseño se ha realizado políticamente para fortalecer la “unidad de España” en detrimento de los intereses económicos o las potencialidades de cada zona. Así analiza la dudosa rentabilidad de la mayoría de líneas del tren de alta velocidad y hace un análisis comparativo de lo que ha sucedido en el resto de Europa y se pregunta si es normal que España sea el país con más kilómetros de tren de alta velocidad. Constata también que inicialmente este medio de comunicación rápido en España se había planteado únicamente para el transporte de viajeros y no de mercancías, lo que lo hace difícilmente rentable. Algo parecido sucede con la red de autopistas o autovías, en las que constata que el diseño de la red viaria no se ha realizado pensando en las potencialidades económicas de la zona si no se han articulado en base al famoso kilómetro Cero.
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