Leguina reúne a los grandes impostores de la política, literatura, cine y la vida misma

31/05/2013

diarioabierto.es. Su nuevo libro, ‘Impostores y otros artistas’, es un compendio de relatos divertidos e inéditos. Revelan pasajes biográficos, confidencias y algunos hitos esenciales que el autor rescata de entre su equipaje intelectual.

impostoresEl político y escritor Joaquín Leguina (Villaescusa, Cantabria, 1941) publica un nuevo libro titulado ‘Impostores y otros artistas’, de la mano de la editorial Cálamo. El volumen recopila una colección de divertimentos literarios, que el autor tiene por costumbre redactar entre novela y ensayo, cuando siente la necesidad de cambiar de tercio.
De entre toda esa miscelánea, donde abunda el sentido del humor, Leguina ha seleccionado una treintena de ensayos inéditos, que emergen de su equipaje intelectual.
El volumen se estructura en seis capítulos –‘Libros y autores’, ‘Imposturas’, ‘Cine’, ‘Personal y transferible’, ‘Color local’ y ‘Humor’–, y contiene jugosas escenas, como aquella ocasión en que el autor tuvo la oportunidad de deleitarse con la hipnótica visión de la pantorrilla de Marlene Dietrich en carne y hueso, en un café a orillas del Sena.
‘Impostores’ arranca con un delicioso ensayo sobre la variada fauna literaria que convive en su biblioteca, desde los intelectuales franceses a los episodios de El Coyote. Luego, tras rememorar los tiempos madrileños de Víctor Hugo o la tomadura de pelo a los críticos literarios de Romain Gary, Leguina obsequia al lector con una jugosa colección de retratos de impostores.
“¿Quiénes son los impostores? Los que se hacen pasar por otros y también los que engañan. Hoy tenemos mucho de unos y de otros”, resume Leguina, como aperitivo de este nuevo libro.
Cuenta el autor que la tipología de impostores es variada. Se recrea, por ejemplo, en el caso de Cirilo Cánovas, “tenido por torpe entre sus discípulos en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid, que se referían a él como Cirulo. El día que Franco tuvo la ocurrencia de nombrarlo ministro de Agricultura, uno de sus condiscípulos envió a otro un telegrama con el siguiente texto: “Cirulo ministro. Te lo juro por mi madre”. Es lo que Leguina denomina “imposturas involuntarias” y que refleja el caso de “muchos ministros y ministras de nuevo cuño y nula formación, personas que jamás habrían soñado con llegar a dirigir un ministerio ni por sorteo”.
Leguina reivindica en el libro “la política como actividad noble de la raza humana, pero también es preciso señalar una cautela: las miserias que contiene ese mamífero que somos están presentes en cada uno de los miembros de la sociedad y en primer lugar entre los políticos”.
A lo largo de la Historia ha habido impostores sobresalientes y a Leguina le cautiva la capacidad de simulación de la falsa Anastasia, supuesta hija de los Romanov. Esta mujer convenció a buena parte del mundo de que era la hija de los zares de Rusia, incluso más allá de su muerte, en 1984. Sólo posteriores análisis de ADN determinaron que Anastasia era en realidad Francisca, una plebeya semianalfabeta y con trastornos mentales.
En el mismo capítulo de “impostores sobresalientes” recoge otra historia divertidísima ocurrida en Italia, cuando el profesor Renzo Canella acudió a un manicomio en busca de su hermano Giulio, desaparecido. Al principio, dudó, pero al final acabó reconociendo al interno, que volvió al lado de su adorada esposa, con la que tuvo dos hijas. Esta rocambolesca historia de burocracia y cambios de identidad desencadenó un largo proceso judicial y fue interpretada en el cine por la gran Greta Garbo. Joaquín Leguina sostiene que en la España de hoy en día también existen “impostores sobresalientes” y revela que precisamente las iniciales “G.I.” (Gran Impostor) eran el sobrenombre con el que algunos bautizaron a un importante directivo de la banca española.
“Argumentos abstrusos, conceptos retorcidos… Nos han estado engañando demasiado tiempo”, esa es la reflexión que nos deja Joaquín Leguina con este nuevo libro, en el que considera que “hay que bendecir a todos aquellos que han puesto a los impostores en su sitio”.
Un libro en el que no faltan descubrimientos curiosos sobre algunos impostores del mundo del cine, como el caso de “los guionistas de la película Casablanca, los gemelos Julius y Philip Epstein, dos jóvenes calvos cuyo parecido era tan grande que, según se cuenta, cuando uno se acostaba con una chica, tras el primer asalto, se levantaba con la excusa de ir al baño y quien regresaba al lecho era su hermano”.
Los lectores descubrirán reflexiones muy personales del autor, por ejemplo, “sobre amores e infidelidades”, donde examina qué cualidades hacen del varón un buen amante y se pregunta: “¿Seremos ahora los varones, por tiernos, más femeninos? Si es así, algo hemos ganado, pues sin ternura la relación amorosa está mutilada, incompleta. El sexo conjuga muchas cosas a la vez, multitud de actitudes y de sentimientos, pero exige la previa caída de la máscara, el mejor y, a la vez, el más tierno de los descaros”.
En el capítulo de confidencias se incluye también su recorrido sentimental por lo que denomina “mi pequeño Madrid”, donde cuenta que su barrio, el Madrid de los Austrias, debería ser “el Madrid de los árabes”.
El punto y final del libro pone mucho humor a lo que Leguina acredita como “la maldición de Tutankhamon”, que según un estudioso nipón, es un mal que afecta a los alcaldes de Madrid. Al parecer, las personas que se sientan en la silla del alcalde sufren algunos síndromes recurrentes. Por ejemplo, el “síndrome del topo” que se manifestó “cuando el alcalde, en su paroxismo, declaró que deseaba construir autopistas subterráneas” o el mal de “inauguracionitismúltiple de tipo agudo”, donde “el enfermo pretendió inaugurar el parque del Retiro so pretexto de dar suelta en su estanque a una pareja de carpas”. Entre los signos de la enfermedad se incluyen “los delirios de afectividad intensa de carácter pasivo”, que provoca en los ediles “delirios de grandeza” y les lleva a repetir frases como “la gente me quiere mucho, todo el mundo me saluda, ser alcalde es lo mejor que me ha ocurrido en mi vida”.
‘Impostores y otros artistas’ ya está en las librerías y será una de las novedades de la Feria del Libro de 2013.
Político singular
Joaquín Leguina ha dedicado buena parte de su vida a la política, lo que le convierte en ‘rara avis’ del panorama español contemporáneo. Es doctor en Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y en Demografía por la Sorbona de París.
Hasta su elección como concejal de Madrid en los primeros comicios locales (1979), ejerció de funcionario, profesor y asesor en demografía y estadística tanto en España como en Francia y Chile, comisionado por Naciones Unidas.
Desde hace una década, la Biblioteca Regional de Madrid lleva su nombre, lo que recuerda sus dos principales vertientes. De un lado, su dedicación política durante tres décadas (fue el primer presidente de esa comunidad autónoma entre 1983 y 1995). De otro, su trayectoria como escritor, plasmada en decenas de libros publicados desde 1976, y en infinidad de colaboraciones en los medios de comunicación.
‘Impostores y otros artistas’, que publica Cálamo, no es un eslabón más en su bibliografía, sino la oportunidad de conocer al Joaquín Leguina más crítico y letraherido, más cinéfilo y melómano, un pensador políticamente incorrecto, siempre lúcido, brillante y ameno.
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Nota de la Editorial
Este nuevo libro de Leguina aparece en la colección Claves, creada por la editorial que dirige José Ángel Zapatero para acoger obras de pensamiento, biografía, ensayo, periodismo y, en general, libros de géneros no ficcionales. El próximo título de Claves será Un hombre acabado, considerada la obra maestra del escritor italiano Giovanni Papini (1881-1956).
La colección se creó en 2012 con El Estudio General de Palencia. La primera universidad hispana, ensayo de la profesora María Jesús Fuente (Universidad Carlos III de Madrid) que ahonda en los orígenes de la universidad española, hacia el año 1200, cuando surgen en Europa de modo espontáneo las instituciones de enseñanza superior.

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