Jamón, jamón

21/12/2010

Fernando Ratia.

No, no se trata de hablar de la película de Bigas Luna, protagonizada por Javier Bardem y Penélope Cruz allá por 1992, cuando ambos eran sólo un proyecto de futuro, tanto en lo profesional como en lo personal. Tampoco se trata de cantar las excelencias del jamón en una época como esta, aunque lejos están los tiempos en los que se regalaban jamones a diestro y siniestro en las habituales cestas de Navidad. El jamón es protagonista por ser el objeto de una denuncia presentada por un musulmán a un profesor en Cádiz, quien alabó en clase las virtudes del clima de Trevélez en la curación de tan exquisito manjar, y esa alabanza le ha costado ser acusado de “maltrato psicológico, xenofobia y racismo”.

Y todo por culpa del jamón. Pues por cosas más nimias se han causado graves enfrentamientos. Porque nimia es esta cosa de interpretar que cuando se habla de jamón se ofende una cultura o una religión. Faltaría más.

No es exagerado considerar que nos encontramos ante un nuevo caso de fanatismo religioso. Y ya sabemos que cuando nos enfrentamos a los fanatismos nos acercamos a un potencial peligro, ya que la incomprensión puede llevarnos a tomar decisiones que sólo fomentan el enfrentamiento con la sociedad e incluso la violencia.

En España, como ocurre en el resto de los países occidentales del mundo, los jóvenes son el objetivo principal del reclutamiento del terrorismo yihadista. Y no se trata aquí de decir que existe vinculación con el terrorismo en este caso del profesor gaditano que alabó las virtudes de Trevélez para la crianza del jamón, por su clima frío y seco. No, no se trata de ello, sino de informar de lo que es un objetivo de investigación por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Aunque, si se puede decir que cualquier enfrentamiento que se suscita en una sociedad occidental en relación con la religión y las costumbres musulmanas puede ser empleado como argumento para este reclutamiento, no de los protagonistas del hecho sino de otros que estén más proclives a dar el salto a la violencia. Tengamos en consideración, además que este tipo de noticias circula a gran velocidad en Internet y que multiplican su difusión en las páginas web vinculadas al yihadismo, que las hay.

Dicen los investigadores antiterroristas expertos en la materia que el objetivo de los reclutadores suelen ser jóvenes marginados, desorientados y de conducta antisocial. Y no sólo se reúnen en los habituales lugares de culto, sino que también lo hacen en pisos, locales, parques o plazas. También crece la captación en las prisiones y en los centros de menores. Es seguro que en todos estos lugares se ha comentado ampliamente la noticia del “jamón de Trevélez”. Lo que no sabemos son las interpretación que de ella se han hecho.

Dicen también los expertos de las Fuerzas de Seguridad que Inernet es una poderosa herramienta y que los reclutadores fomentan la idea de que no se deben tener en cuenta los medios de comunicación occidentales. Aprovechan, al mismo tiempo, para rechazar a la Democracia como sistema político y son habituales las críticas a otras religiones, que consideran “falsas”.

Esa es la realidad, una realidad contrastada en nuestro país. Es un riesgo que se asume desde los responsables de la Seguridad del Estado y que implica que un numero elevado de agentes trabajen permanentemente en prevenir captaciones de terroristas y localizar a quienes les reclutan.

Pero no todo es negativo, hay organizaciones de musulmanes que mantienen un comportamiento intachable y que rechazan toda vinculación con organizaciones terroristas. Basta recordar que la Federación Española de Entidades Islámicas ha calificado la denuncia del “jamón de Trevélez” como una “soberana tontería”.

Y lo preocupante, precisamente, es que alguien haya elevado al grado de denuncia “una soberana tontería”.

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