Estamos acostumbrándonos con demasiada frecuencia a mirar al cielo por si llueve torrencialmente. Tenemos cierto reparo ante las adversidades que nos traen las lluvias fuertes, porque este país no está preparado para lo que nos cae de arriba. Y si no, sólo tenemos que recordar las recientes y graves inundaciones sufridas durante el “puente” de diciembre en Andalucía. No olvidemos que un niño perdió la vida al ser arrastrado el vehículo en el que viajaba con su padre y su hermano. Y es que las desgracias nunca vienen solas. Por eso, además de la climatología, el cielo de nuestro país se ha visto amenazado también durante el puente de diciembre por la actitud de los controladores aéreos, causantes de una crisis sin precedentes que el Gobierno ha tratado de solventar momentáneamente decretando el “Estado de Alarma”.
De momento, el “Estado de Alarma” ha obligado a los controladores a ponerse a organizar el tráfico aéreo, olvidándose de sus quejas. Pero esta medida excepcional, criticada sobre todo por la izquierda del PSOE, no es eterna. De hecho, el Gobierno se ha curado de espanto y, ante la sospecha de una vuelta a la crisis en nuestros cielos durante las próximas Navidades, ha decidido prorrogarla. Para ello ha tenido que convocar un Consejo de Ministros excepcional y llevar el acuerdo para su ratificación por mayoría al Congreso de los Diputados. Cuentan con el apoyo de CiU y del PNV y veremos más adelante la actitud del PP.
De momento, las espadas están en alto. A José Blanco no le tiembla la voz cuando califica de inaceptables los privilegios de los controladores y argumenta que «no pueden abandonar las torres de control en pleno tráfico, igual que los médicos no abandonan los quirófanos en plena operación: por un elemental sentido de la responsabilidad».
Los controladores siguen “erre que erre” justificando su actitud, pero continúan militarizados y aferrados a lo que en el futuro les deparen los Tribunales de Justicia, aunque saben que la batalla de la opinión pública la tienen perdida. Y eso es muy importante, como sabe perfectamente el Ministro de Fomento.
Pero la crisis no está ni mucho menos resuelta por el hecho de que la opinión pública esté contra los controladores. Hacen falta medidas, se necesitan soluciones. Y hasta ahora, no hay, que se sepa, un plan inmediato que permita garantizar que no habrá problemas en las torres de control de toda la geografía española, aunque AENA cree que llegará a un acuerdo con los controladores antes del 31 de enero. De ahí la necesidad del Gobierno de ampliar el “Estado de alarma”.
Eso sí, el Gobierno trata de ganar tiempo y anuncia medidas a medio plazo. La primera consiste en sacar a concurso la gestión del control aéreo de trece aeropuertos en 2011 y, a partir del año siguiente, del resto.
La decisión anunciada por Fomento es un adiós al monopolio de AENA y supone reubicar a algo más de 190 controladores en 2011, teniendo en cuenta que también se ha impulsado la formación de nuevos controladores, iniciando a partir de julio los procesos de selección de alumnos, a los que se presentaron, nada más y nada menos, que 3.200 candidatos. Ya se ha contactado con 1.550 solicitantes, de los que se ha evaluado a más de 850. De todos ellos, 78 alumnos han pasado las pruebas y están a punto de finalizarlas otros 62.
Así pues, Fomento ha cambiado el modelo de acceso y formación de los controladores aéreos para que deje de ser, según el propio ministro Blanco, un «monopolio» que antes estaba «secuestrado» por parte del sindicato USCA.
Llegamos a la Navidad, pero con todo esto se puede decir que, de momento, no hay paz en nuestros cielos. Vaya Navidad…
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